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29 enero 2007

AMOR VERDADERO: 1- PERRA VIDA: 0.


Hay situaciones que me ponen los pelos de punta. Y este fin de semana ha terminado una de esas historias que hacen que uno siga confiando en la especie humana. El amor le ha metido un golazo a esta vida a veces muy perra, y en este caso concreto, de lo más cabrona. La historia no es de ahora, de hecho el viernes terminó como terminan muchas vidas, atacadas por el cáncer, pero lo dramático de este caso es la edad del chico que sucumbió a las garras de esta maldita enfermedad. En cualquier caso no es de su drama personal del que quiero hablar.

En todos estos casos está el enfermo, pero también están las víctimas colaterales, sobretodo la familia, muchas veces convertidas en heroínas anónimas que bregan con un mundo que les ha puesto sus vidas patas arribas en el peor de los escenarios. No quiero hablar de la familia del chico, madre, padre y hermano a los cuales les presento mi más sentido pésame desde aquí. Quiero hablar de su novia, una chica a la cual no conozco, pero que se ha ganado mi más absoluta admiración para toda la vida. Ella sola ha sido capaz de mostrar al mundo que el amor verdadero existe, que cuando uno ama lo demás no importa, que el matrimonio no tiene la exclusividad del acompañamiento en vida. Ella ha hecho buena la máxima de “en la salud y en la enfermedad, para lo bueno y para lo malo”. Su novio enfermó y ella dejó su trabajo, se mudó a la casa de los padres de su chico y se dedicó en cuerpo y alma a atenderle, a acompañarle por la travesía más dura de su vida, la de los dos. Allí permaneció hasta el final, a sus veintipocos años, al lado de la persona a la que amaba, sin huidas hacia delante, sin excusas comprensibles que no la hubieran estigmatizado. Cuando se plantó frente a ellos el dragón echando fuego e intentado arrebatar la vida de lo que ella más quería, lejos de amilanarse, se montó sobre el corcel del valor y blandió su espada de amor verdadero, y allí, cual tercio español en Flandes decidió batallar hasta el final en una lucha para la que a todas luces, y debido a su corta edad, no estaba preparada. Falta de experiencia en estos lances el amor hizo el resto. El final parecía cantado, pero ella no se arredró.

El viernes pasado, y tras meses de dura y lenta espera, y lucha diaria, el chico sucumbió a esta mierda de cáncer que nos asola, una última estocada que la vida clavó, certera, en el corazón de su escudera, convertida de pronto y a su pesar en valiente soldado, anónimo y solitario, de un ejército hace mucho condenado. Una lección de amor que hace que el aire se respire mejor, empañado en una tristeza gris que solo desea que pronto pueda mirar al frente y retomar su vida, porque se merece que ahora la cuiden a ella, se merece todo el trabajo que ella le dedicó a su pareja, ese amor que regaló sin condiciones, sin contratos, sin matrimonio público previo. Y me atrevo a decirle a la muerte que en este caso no lo ha conseguido, estoy seguro que ni siquiera ella conseguirá separarles.

El amor verdadero existe, y este chico que nos ha dejado tan joven, ha tenido la suerte de sentirlo en vida. Algún día ambos se cruzaron y el debió de pensar que era ella, y solo ella quien debía ser su compañera. Acertó, vaya que si acertó.

Descansa en Paz.

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