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25 julio 2010

MUERTE A LA ARROBA.


Arturín siempre nos comenta que la RAE no está para decidir que palabras se incluyen en el diccionario, sino que en éste se recogen las que se utilizan habitualmente en los diferentes lugares donde se habla español. Lo cual les exime de la responsabilidad de censurar determinados vocablos que terminan recogidos en el diccionario. Además no solo se recogen las palabras castellanas, por llamar así al español de España, sino que hay muchos países donde se habla español y que utilizan palabras que nunca hemos escuchado por estos lares.

Bon bref, sobre este último extremo me parece correcto incluir palabras que usen al otro lado del charco, ya que les invadimos, sodomizamos y condenamos al subdesarrollo hace más de 500 años, así que permitirles participar en el crecimiento de nuestra lengua me parece una indemnización pobre, pero menos es nada.

Sobre el tener que incluir palabros que se utilicen con asiduidad por el simple hecho de ser de uso corriente, no me parece tan bien. De hecho me parece mal. Yo no soy un ilustrado, ni culto ni nada. Pero los miembros de la Real Academia sí, no lo dudo, por lo que estaría bien que velaran por la integridad de nuestra lengua, y eso pasa por no permitir que determinadas palabras figuren en el diccionario, por muy comunes que sean. Si aplicáramos esa máxima a otros ámbitos de la vida, aprobaríamos conductas tales como insultar al del coche de al lado, escupir en la calle, tirar papeles al suelo, empujar al salir del metro…que se yo, muchas conductas cotidianas reprobables a las que no vamos a dar legitimidad por el hecho de ser comunes.

Así que reclamo la necesidad de intensificar la defensa de la lengua, censurar (en España nos dicen censura y nos indignamos mucho por fascistas) vocablos y usos inadecuados de letras y símbolos, que no podemos dejar el español en manos de cualquiera, cualquiera como yo son ir más lejos, y los que se han ganado el honor de formar parte de la Real Academia de la Lengua defiendan el español (que no el castellano en este caso) por encima de costumbres y presiones.

Muerte a la arroba.