SERVICIOS SOCIALES PARA TODOS Y TODAS. NO A LOS RECORTES

25 abril 2007

TORTURA MAÑANERA.


Son las ocho y media de la mañana y odio a la humanidad, me pone enfermo que la gente sea feliz y no le echo las manos al cuello a la Espe porque no la tengo a mano. Ayer me quedé tirado con el coche, tuve que llamar a la grúa y solo llegué una hora tarde a recoger a mi hijo. Hasta ahí no veréis muy clara la relación con la presidenta de esta nuestra comunidad.

Pues ahí va. Quede dicho de antemano que mi terapeuta está seguro que verbalizar mis frustraciones (y últimamente tengo unas cuantas) me hará mirar hacia delante. Esta mañana me despierto diez minutos antes. Me ducho, mientras me tomo el café, me lavo los dientes mientras me visto, me calzo mientras friego la taza del desayuno (¿no cuela esto último no?, venga va, que es coña, nunca friego por la mañana) y salgo disparado por la puerta camino de mi entrañable y querida obligación laboral. Por supuesto que como ser aplicado que soy, el cual odia por encima de muchas cosas la impuntualidad, ayer estuve repasando minuciosamente los horarios de los diferentes buses que me podían llevar al curro.

Primera fase del vía crucis. Debo recorrer cinco estaciones de metro, que finalmente se convierten en tiempo en algo similar a haber dado la vuelta a los cinco continentes. Nada más llegar me las prometía felices. Llego al andén justo cuando hace entrada mi tren, y además está medio vacío, menuda suerte. Los cojones. Cinco estaciones, diez paradas del vagón. Veinte minutos para recorrer un trayecto en el cual no se debiera invertir más de diez. Me armo de paciencia, me quito la chaqueta y abro el periódico. Calma Ignacio.

Llego a Moncloa. Tentado estoy en abrirme paso a machetazos entre lo que parecen juncos apiñados en los vestíbulos del intercambiador. Afortunadamente reconozco en esos juncos formas humanoides y envaino mi espada. Cuando llego a las dársenas (bonita palabra ¿eh?) tres colas de seres humanos dormidos y disciplinados en cada punto de parada hacen que me sienta un poco perdido. En los scouts no me prepararon para esto y ahora me pregunto de qué coño me sirve ahora saber hacer fuego con dos piedras o encontrar la salvación a través de un mapa del ejército. Por supuesto que pese a todo llego a la parada en tiempo para coger el autobús previsto, soy cauto y como ya he dicho, no me gusta llegar tarde.

Ni rastro del puto autobús. Nada, rien, niet, nein. Eso si, por autobuses que no sea. El intercambiador está petado de autobuses, cada cual más lleno. Cuando ubico la cola que debo guardar y llega el bus, subo, voy a pagar, y ¡Oh campos de soledad mustios collados!, por no decir algo más malsonante. No me cogen el billete de diez euros. Maldigo a diestro y siniestro y bajo de nuevo al metro a ver si consigo que me cambien el dichoso billete. Al final tengo que comprarme un bonometro en la única de las ocho máquinas expendedoras que funciona para conseguir calderilla, y por supuesto, pierdo el bus.

Cojo el siguiente después de guardar religiosamente la cola, que en esos momentos se ha alargado monstruosamente. Consigo asiento, por lo que me siento (nunca mejor dicho) un privilegiado, y tras el arranque y mucho tráfico, llego al trabajo solo veinte minutos tarde.

El resultado de mi periplo por el transporte público de Madrid se salda con un retraso de veinte minutos, más de cinco euros gastados en el desplazamiento entre la ida y la vuelta, y un cabreo supino que no consigo quitarme en toda la mañana, máxime cuando soy consciente, sumido entre la incertidumbre y el terror, de que me queda todo el trayecto de vuelta a casa.

Si va a tener razón la publicidad de Telemadrid: Espe jode lo que somos. Y yo, deseando recuperar mi coche para contaminar la ciudad, pero así salvaguardar mi salud mental.

20 abril 2007

LA IGUALDAD TIENE TRAMPA.


Al hilo de la situación en la que me encuentro en la actualidad, me asaltan determinadas dudas. Y me pregunto porqué, yo persona de pleno derecho de esta sociedad en la que vivo, me tengo que encontrar en una situación de desigualdad que no es sino la perpetuación del machismo imperante desde hace siglos. Queremos igualdad. Si. Si, pero… Nadie va a estar más a favor que yo en lo que se refiere a la igualdad de la mujer y el hombre. Apoyo a las mujeres en su lucha por ser miembros activos de participación en todos los ámbitos de la sociedad. La igualdad sería algo así como conseguir que participen al cincuenta por ciento en todos los ámbitos de la vida, a nivel laboral, social, familiar…

Y aquí radica la trampa. Quieren participar al cincuenta por ciento en todo menos en una cosa. En relación a los hijos quieren mantener una autoridad que tiene sus raíces en la concepción machista de mujer como ama de casa y al servicio de la familia. Para eso no queremos igualdad, solo queremos hacer la revolución en aquellos aspectos en los que consideramos que estamos en inferioridad. En los otros, y concretamente en los aspectos relacionados con los hijos, quieren seguir manteniendo una dictadura férrea con la tranquilidad de saber que el poder judicial las ampara.

Entonces me he puesto a pensar en las leyes contra la violencia de género. Trabajo a diario con mujeres maltratadas y me alegra el hecho de que pongan a mi servicio herramientas para optimizar mi labor en este sentido. Pero, ¿Porqué lo llaman violencia de género?. En estas leyes no se hace referencia al hombre sino es como agresor, nunca se habla de él como posible víctima. Según la RAE la definición de género es la siguiente:

(Del lat. genus, genĕris).
1. m. Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
2. m. Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas.


Estas definiciones me llevan a pensar que lo femenino tiene tanto de género como lo masculino, pero en la ley se da por hecho, y como tal se aplican las leyes, que el agresor es el género masculino y la víctima, el género femenino. Con lo cual la ley debiera llamarse Ley de prevención de violencia de género masculino sobre el femenino.

Volviendo a la mencionada ley (en este caso la Ley de la C.A. de Madrid 5/2005, de 20 de diciembre, integral contra la violencia de género de la Comunidad de Madrid.) que protege a la mujer y en ningún caso al hombre, su artículo segundo de su título segundo recoge:

La Violencia de Género a que se refiere la presente Ley comprende toda agresión física o psíquica a una mujer, que sea susceptible de producir en ella menoscabo de su salud, de su integridad corporal, de su libertad sexual, o cualquier otra situación de angustia o miedo que coarte su libertad. Asimismo, se considera Violencia de Género la ejercida sobre los menores y las personas dependientes de una mujer cuando se agreda a los mismos con ánimo de causar perjuicio a aquélla.


Si cambiamos el concepto “mujer” (único género protegido por esta ley) por el de “hombre” nos sale como resultado cientos o miles de padres maltratados diariamente sin ninguna protección o amparo. El problema es que en este país no se considera violencia contra un ser humano el hecho de que éste solo pueda disfrutar de un treinta por ciento de la vida de su hijo, se sigue considerando natural, que pese a gozar de exactas condiciones socio laborales y económicas ambos progenitores, la mujer tenga un derecho natural y prioritario sobre el hijo menor. Pues es una pena, y yo lucharé contra esta injusticia, porque tan natural es que la mujer tenga preferencia en el contacto con un hijo como que no tenga derecho a votar. ¿O ambas son reminiscencias machistas? La madre impone y el juez dispone. La violencia y la igualdad son cosas de todos, basta ya de hipocresía.

11 abril 2007

&%&$@+`^^稨ç¨!!!?¿?/&%/&%¿?¿?¡'¡'


No me sale. Sencillamente no me sale. Y lo que me podría salir no quiero colgarlo aquí. Temporalmente me encuentro cortocircuiteado, por lo que hasta nueva orden, no se si dos horas o dos semanas, me declaro de baja bloggera. Gracias a los que entráis y leéis lo que escribo, y también gracias a los que no lo hacéis.

Besitos.

04 abril 2007

NO SE ADMITEN DEVOLUCIONES.


Como estamos a puntito de comenzar la Semana Santa laboralmente hablando, me voy a unir a la DGT en pedir prudencia en la carretera.

Mucha gente va a conducir hasta su lugar de vacaciones, gente conocida y gente que no lo son, y que espero que no me los presenten en el telediario de las tres.

Lo malo de los accidentes de tráfico es que ocurren de verdad, y que le pueden ocurrir a cualquiera. No solo hay que ser prudente, sino que hay que estar atento a los demás conductores, sobretodo de esos que no son tan prudentes, y en su ánimo indecente y suicida, les suda el hipotálamo si se llevan a una familia entera por delante. Lo malo de palmarla o de quedarse tullido es que es como ser boy scout. Es para toda la vida. Un fiambre que yace en la cuneta no puede decir “oiga que me arrepiento, no estoy satisfecho con el resultado, así que devuélvame la vida”. Que va. Te jodes y estás muerto. Y por cierto que no solo te jodes tú, jodes a tus padres, para los cuales la vida dejará de tener sentido de forma fulminante (acarrearán esa pena toda la vida, como una cadena perpetua), joderás a tu pareja (ella encontrará tarde o temprano un sustituto, espero que más sensato y menos gilipollas que tu) y ella también perderá un trocito de su vida, joderás a tus amigos, a toda la gente que te quiere. Lo de quedarse tullido es una putada, y en este caso es una putada muy grande para ti, pero también para los que te rodean. Por hacer el cafre les has montado un pitote que lo flipas. Tienen que cargar contigo por los siglos de los siglos.

Invertir un rato más en llegar a tu lugar de destino es la mejor inversión que te puedes imaginar. Tiene una rentabilidad impresionante. Una horita más de viaje, a una velocidad prudente, con las pertinentes paradas, manteniendo la distancia de seguridad y ¡bingo!, ¡Siempre toca señorita y señorito!, de premio una vida entera por delante para disfrutar de uno mismo y de los demás, para decidir si se quiere ser feliz o no, para pensar en lo que se quiere hacer, conseguir, sin que una barra de hierro te atraviese el gaznate en la autopista por hacer el capullo, todo aquello que soñaste, o quizás no, pero vivo, que es un elemento importante en la vida diaria.

Pues eso, no hagáis el imbécil y estad atentos a la carretera, que hay muchos accidentes fruto de la mala suerte y un azar cabrón que te clava la estaca en el momento más inesperado. Pero muchas de las tragedias en la carretera son consecuencia de la imprudencia, de la chulería, de las prisas, del egoísmo de una actitud irresponsable e irreflexiva, porque nadie lo piensa, nadie es conciente de lo que puede ocurrir, porque se mire como se mire, morirse es una putada. ¿O no?.

03 abril 2007

FE SE ESCRIBE CON R.


R de Rouco Varela. La iglesia es implacable. Lo dije hace unos días, como también afirmé que el que se embarca en semejante viaje, con semejantes patrones de la moral, sabe a lo que se arriesga. Estoy un poco confundido. Toda mi infancia y parte de mi adolescencia siguiendo los caminos del señor, acudiendo a catequesis, a misa los domingos y con un convencimiento de pura inercia sobre mi supuesta fe. Abandoné el redil y los vericuetos de mi vida no solo me alejaron de la doctrina de la iglesia, sino que borraron cualquier atisbo de fe que hubiera podido anidar en mí. Yo no creo en dios. Yo creo en los hombres. Pero ni con esas me libro.

Resulta que cuando acudía a catequesis, me enseñaron que un tal Jesús, predicaba entre los pobres, vivía de forma austera, se juntaba con los marginados, los proscritos, obraba milagros, curaba a los enfermos, se juntaba con los niños, repudiaba a los mercaderes del templo, dejaba a la manada para buscar y recoger a una oveja perdida. Y yo flipando. El Ché Guevara me pareció un mierdecilla al lado de semejante revolucionario. Pero entonces llegó la iglesia, con su maquinaria implacable, con su doctrina y afán intervencionista en la vida de los hombres y mujeres que aún sintiéndose libres, se subyugan a las pautas establecidas por un Vaticano burgués e imperialista.

Y la fe se escribió con R de Rouco. Y este magnate del espíritu, especulador de la moral, decidió cerrarles el chiringuito a los pobres, dar la espalda a las familias más necesitadas y dar al traste con la esencia del espíritu cristiano predicado por Jesús. La parroquia de Entrevías se cierra. Su catequesis no es homologable, sus misas no se ajustan a la doctrina de pensamiento único vaticano, por lo tanto, y como ya hicieron con los Teólogos de la Liberación, hay que convertirlos en proscritos.

Pero el pueblo, el barrio de Entrevías ha dicho que no. Que la Iglesia, la de verdad, la que se escribe con mayúsculas, somos todos. Porque así lo dijo Jesús, y si hay que luchar contra la infame conferencia episcopal, se lucha, si hay que plantar cara a Rouco, que descansa tranquilo rodeado de una vida opulenta, se hace. El vive alejado de los pobres, lejos de las realidades que se viven en España y en países del llamado Tercer Mundo, mientras muchos sacerdotes y monjas se baten en duelo por todos los rincones del mundo contra el SIDA, la malaria, el tifus, la pobreza, la droga, el hambre. ¿Sabe usted lo que es el hambre señor Rouco Varela? Si Jesús le hubiera pillado en el templo le hubiera sacado de ahí a ostias.

Hoy, yo también soy parroquiano de San Carlos Borromeo, "la Iglesia Roja". Entrevías en Lucha. Hasta la Victoria Siempre.

02 abril 2007

MATAR A UN NEGRO.


Matar a un negro. Quizás me haya salido un título un poco fuera de tono, que no es muy políticamente correcto quiero decir. Es que ayer vi una peli en la que se juzgaba a un hombre de color blanco por matar a un hombre de color negro. El caso es que tanto el asesino (me ahorro lo de presunto porque al principio del filme se ve como le descerraja un tiro por la espalda al menda de color negro) como muchos de sus vecinos, creían, y por desgracia aún los hay quienes creen, que los negros no eran como los blancos, que no tenían alma, que no eran hijos de dios. Hablamos de la América del Norte de los años 60.

Lo que a todas luces para un ser civilizado, el racismo hacia los que nos son diferentes, resulta escandaloso, los negros, para aquellos fieles y cariñosos padres de familia, para aquellas mujeres de misa diaria y para aquellos niños y adolescentes, perfectos boy scout y ejemplares estudiantes, no eran más que animales a los que había que domesticar, para en el mejor de los casos hacerlos sus esclavos a golpe de autoridad, y en el peor, como era el caso de los líderes de los movimientos civiles a favor de la igualdad, había que erradicar.

Si señor. Esa realidad ha cambiado, como terminó por cambiar la opresión que sufrían las mujeres en algunos países, en otros se las sigue tratando como animales. Los negros lograron unos derechos que eran innatos por justicia y por sentido común, y las mujeres lograron la igualdad, también por justicia y por sentido común. Pueden votar, trabajar, vivir de forma independiente…Lo normal vamos. Pero esto que es normal, hay mucha gente que no lo concebía. “El sufragio es un derecho de los hombres, las mujeres no están capacitadas para ejercer tal elección”, se podría oír entonces. Pero si cambió, y las mujeres pueden votar en libertad.

Y llegamos al siglo XXI y se plantea otra lucha en materia de derechos civiles. El matrimonio entre personas del mismo sexo. Y entonces muchos fieles y cariñosos padres de familia, mujeres de misa diaria y niños y adolescentes, perfectos boy scout y ejemplares estudiantes, para los cuales matar a un negro es una aberración, y ven como un progreso elemental que las mujeres puedan votar, se echan las manos a la cabeza porque una panda de desviados y enfermos mentales (así se les ha llegado a calificar) puedan mancillar la institución del matrimonio. “Es que el código civil recoge el matrimonio como la unión entre el hombre y la mujer”, pues se cambia, o ¿queréis que echemos un vistazo a la legislación civil de hace 150 años?, a lo mejor alguno, y sobretodo alguna salía perdiendo. “Es que el diccionario de la RAE también lo recoge de ese modo”, ¿Me habláis de ese diccionario que cada año modifica definiciones e incluye nuevas, para dar cabida a todo tipo de anglicismos bochornosos y al avance tecnológico?

No son razones de peso señores, es la infecta moral la que pesa sobre sus percepciones de la vida, la barrera que no les deja concebir la lucha por los derechos civiles como algo universal, para todos y para todas, y lo que hoy parece una aberración, el matrimonio homosexual, como lo fue la igualdad de los negros y los blancos y el sufragio femenino (no os diferenciáis mucho del que despreciaba a los negros o negaba los derechos a las mujeres), dentro de unos años será dignidad, libertad e igualdad, y eso es lo que yo quiero para mi hijo, y para los vuestros.