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02 abril 2007

MATAR A UN NEGRO.


Matar a un negro. Quizás me haya salido un título un poco fuera de tono, que no es muy políticamente correcto quiero decir. Es que ayer vi una peli en la que se juzgaba a un hombre de color blanco por matar a un hombre de color negro. El caso es que tanto el asesino (me ahorro lo de presunto porque al principio del filme se ve como le descerraja un tiro por la espalda al menda de color negro) como muchos de sus vecinos, creían, y por desgracia aún los hay quienes creen, que los negros no eran como los blancos, que no tenían alma, que no eran hijos de dios. Hablamos de la América del Norte de los años 60.

Lo que a todas luces para un ser civilizado, el racismo hacia los que nos son diferentes, resulta escandaloso, los negros, para aquellos fieles y cariñosos padres de familia, para aquellas mujeres de misa diaria y para aquellos niños y adolescentes, perfectos boy scout y ejemplares estudiantes, no eran más que animales a los que había que domesticar, para en el mejor de los casos hacerlos sus esclavos a golpe de autoridad, y en el peor, como era el caso de los líderes de los movimientos civiles a favor de la igualdad, había que erradicar.

Si señor. Esa realidad ha cambiado, como terminó por cambiar la opresión que sufrían las mujeres en algunos países, en otros se las sigue tratando como animales. Los negros lograron unos derechos que eran innatos por justicia y por sentido común, y las mujeres lograron la igualdad, también por justicia y por sentido común. Pueden votar, trabajar, vivir de forma independiente…Lo normal vamos. Pero esto que es normal, hay mucha gente que no lo concebía. “El sufragio es un derecho de los hombres, las mujeres no están capacitadas para ejercer tal elección”, se podría oír entonces. Pero si cambió, y las mujeres pueden votar en libertad.

Y llegamos al siglo XXI y se plantea otra lucha en materia de derechos civiles. El matrimonio entre personas del mismo sexo. Y entonces muchos fieles y cariñosos padres de familia, mujeres de misa diaria y niños y adolescentes, perfectos boy scout y ejemplares estudiantes, para los cuales matar a un negro es una aberración, y ven como un progreso elemental que las mujeres puedan votar, se echan las manos a la cabeza porque una panda de desviados y enfermos mentales (así se les ha llegado a calificar) puedan mancillar la institución del matrimonio. “Es que el código civil recoge el matrimonio como la unión entre el hombre y la mujer”, pues se cambia, o ¿queréis que echemos un vistazo a la legislación civil de hace 150 años?, a lo mejor alguno, y sobretodo alguna salía perdiendo. “Es que el diccionario de la RAE también lo recoge de ese modo”, ¿Me habláis de ese diccionario que cada año modifica definiciones e incluye nuevas, para dar cabida a todo tipo de anglicismos bochornosos y al avance tecnológico?

No son razones de peso señores, es la infecta moral la que pesa sobre sus percepciones de la vida, la barrera que no les deja concebir la lucha por los derechos civiles como algo universal, para todos y para todas, y lo que hoy parece una aberración, el matrimonio homosexual, como lo fue la igualdad de los negros y los blancos y el sufragio femenino (no os diferenciáis mucho del que despreciaba a los negros o negaba los derechos a las mujeres), dentro de unos años será dignidad, libertad e igualdad, y eso es lo que yo quiero para mi hijo, y para los vuestros.

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