SERVICIOS SOCIALES PARA TODOS Y TODAS. NO A LOS RECORTES

03 noviembre 2006

SOBRE ACOSO Y OTROS DISLATES.



Intento diferenciar entre lo que ocurría cuando iba yo a la escuela y lo que está ocurriendo ahora. El tema es delicado. Siempre han existido los abusones en los centros educativos, siempre. Lo que pasa es que ahora se está especializando, acompañado de una cada vez mayor dificultad en la transmisión y adquisición de valores y en todo el merchandising que acompaña a las agresiones. Me explico. Collejas y lo que no son collejas han existido siempre. Lo que pasa es que en mi época no se grababa y se difundía por Internet y televisión. También existían regímenes disciplinarios mas severos en los centros, que por lo que a mí respecta no ha generado excesivos traumas a mi generación y a las anteriores. Ahora a un criajo de esos no se les puede toser, porque si un profesor se enfrenta a cualquiera de estos energúmenos encima le cae un paquete. Parece que los padres también son más laxos respecto a la disciplina de los niños. Desconozco los motivos, que podrían ir desde la pura y dura indiferencia en cuanto a la educación en valores de sus retoños hasta la necesidad de compensar afectivamente con exceso de permisividad los desmanes de sus hijos por el escaso tiempo que pasan con ellos.

En cualquier caso el trabajo necesario para erradicar estos comportamientos precisa de una intervención global, lo cual a mi humilde parecer, considero que no se está haciendo. Aquí funcionamos así, ocurre una desgracia que se veía venir a leguas, y después nos ponemos a tomar medidas de manera impulsiva y muchas veces ineficaces. Las mesas de trabajo. Esas me encantan. Mogollón de especialistas en la materia debatiendo como atajar el fenómeno bulling (o como se escriba). Al final, un tocho de quinientas páginas que nos ilustran sobre los traumas propios y ajenos y las necesidades de los niños con los que en la mayoría de los casos ni han hablado.

A mi juicio, una de las primeras medidas que se tendría que adoptar es eliminar de manera fulminante los videos de las agresiones de los medios de comunicación. Ya hemos visto suficiente, ya sabemos que es horroroso, no hace falta que nos martilleen reiteradamente con las imágenes de más agresiones ya que el único fin es emitir imágenes morbosas, que todo sea dicho de paso, nos encantan. Por eso sube la audiencia. La emisión de estas imágenes ha desembocado en situaciones surrealistas como el caso de la chica que grabó una de las últimas agresiones a un profesor y que pidió cien euros por las imágenes. Tócate los güevos, esta va para redactora del Tomate como poco.

Como segunda medida, una breve, concisa pero eficaz: Hay que ponerse serio. Así. Ya se que carece de profesionalidad, pero hay que desarrollar las medidas a adoptar desde la seriedad. Eso pasa por hablar con padres y alumnos. No se puede permitir que un cabrón con pintas de quince años tenga atemorizado a alumnos y profesores. Me importa un güevo de pato si es menor. Antes que menor es un cabronazo. Y como tal debe ser tratado. No propongo el garrote vil, lo digo por si algún progre iluminado ferviente activista de los derechos de los menores me va a tildar de irresponsable. Que sepa de antemano que yo también soy un progre iluminado ferviente defensor de los derechos de los menores. Lo que no se puede es permitir que ese chaval arruine la vida al resto. Si podemos sacar de las aulas a alumnos con necesidades educativas especiales (programas de diversificación y compensatoria) no veo con que criterio se debe mantener a un trastornado violento con los demás alumnos. Digo trastornado con el mayor de los respetos, es decir, una persona que requiere de un tratamiento de salud mental, si todavía estamos a tiempo, para que no se convierta en un adulto violento y carne de presidio. Total, que se requieren medidas severas hacia los menores que de forma violenta alteren el orden cívico en los centros educativos, y no esas sanciones de chicha y nabo que hacen que uno se parta de risa y le den ganas de ir a tirar piedras a las ventanas del instituto.

Por supuesto que estas medidas de control deben ir acompañadas de trabajo en las aulas. Un trabajo transversal que eduque en valores, tolerancia, respeto y resolución de conflictos. Hay que ser conscientes de la rentabilidad futura de este tipo de intervenciones en los centros educativos que se tienen que ir introduciendo poco a poco en beneficio de los chavales y por ende, de la sociedad en general. Esto funciona como todo. Con pasta. Hace falta pasta para desarrollar estos proyectos, y mientras interese más construir glorietas con sus chorros de agua y todo, así como gastar dinero en folletos que promocionen el fabuloso trabajo del alcalde de turno, para que le vuelvan a votar sus dóciles ciudadanos, estamos jodidos.

Después está el trabajo con los padres, que en muchos casos es más complicado que el que se deba realizar con sus retoños. Hay padres/madres (de ahora en adelante diré padres de manera genérica, si alguien lo considera machismo me da igual) que son de bofetada. “¿Mi hijo?, mi hijo no…”, “pobrecito mi niño…”, “es que le tienen manía…”, es que tu hijo te torea más que Manolete colega. Como hay que tratar con cuidado a los niños para que no se rompan y pobrecito mi niño, y algo le habrán hecho, pues si mi hijo se despacha a gusto con un infeliz que le ha mirado de refilón, pues nada, cosas de críos. Si tu hijo es un cabrón, es un cabrón y punto, y más te vale empezar a controlarle porque ningún dictador fuera de casa es buen plebeyo en el seno del hogar. Advierto. Un día le quitarás la pleiesteishion a tu hijito y te mandará a freír puñetas, eso si no te endiña un mandoble que te rilas.

Hay que educar a los niños en casa, fomentar las escuelas de padres si así se requiere, porque puede haber padres que efectivamente, carezcan de las habilidades sociales precisas para hacerlo por mucha buena voluntad que le pongan. A éstos hay que ayudarles y poner a su disposición todos los medios posibles. A los irresponsables, a esos que se pasan por el forro lo que hagan sus hijos, los que les animan a hacerlo, o a los que les justifican habría que darles un bofetón, o dos. A ellos si.

Y por favor, dejad de llamarlo bulling que nos vamos a volver gilipollas con tanto anglicismo. Acoso escolar mola más, además suena progre.


PD: Hoy este blog cumple un año. Gracias a todos los que habéis participado, leyendo, criticando, alagando. Muchas gracias a todos pero sobre todo gracias a él, al blog, ya que me ha permitido expresarme en libertad, ha escuchado mis críticas y se ha reído conmigo, me ha acompañado en mis travesías en soledad; ese camino que se hacía al andar continúa llevandome por vericuetos emocionantes y nuevos. Gracias a todos. Por aquello de que durante este año he sido padre, quiero dedicarle este primer año de blog a mi niño, él que me ilumina cada día al despertar, el que da el mayor sentido a mi vida. Te quiero mi niño.

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