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04 septiembre 2012

DUELO DE PADRES.



Llega el verano y tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de tus hijos, de compartir ratos, momentos especiales en los que tu pequeño vástago se da cuenta del maravilloso padre que tiene, ese ser que le aporta seguridad y que es posiblemente la persona más fuerte y valerosa del mundo. Los cojones. Por lo menos en mi caso. No porque no disfrute de mi enano, que disfruto y mucho, y tengo la fortuna de tener un horario de trabajo que me permite pasar las tardes con él. No. Si lo digo por el concepto ese de padre invencible.

La percepción de un niño (o niña no me sus enfadéis bonicas mías feministas de mi corasao) debe estar no digo yo ya poco desarrollada a edades tempranas, que va, debe estar cortocircuiteada del todo. Pero si hasta yo pensaba que mi padre era el más fuerte…y le miro ahora y me digo que o las gafas que me calzo son muy buenas o lo que no andaba del todo bien era el tema ocular.

Por si acaso y por aquello de reducir las posibilidades de frustración y posterior trauma, yo ya le voy contando a mi pequeño que ni soy fuerte, ni guapo ni nada. Lo malo es que me ha cogido como referencia de persona gorda y hombre, aunque se puede decir que margen de adelgazamiento tengo, no creo que sea un gordo de enciclopedia.

Total que todo esto viene al tema del duelo de padres en la playa. Si. Porqué uno se pone a hacer un castillo de esos de arena, que a mi particularmente me da mucho asco manipular la arena pero en fin, y se da cuenta que el objetivo es hacerlo mejor que el padre de al lado. Ahí palmo también, porque la última vez que en la playa miré a la derecha mientras construía un fortín en la orilla, fortín que francamente era una mierda aunque a mi vástago le parecía estupendo (le parecía estupendo supongo porque muy al estilo español él no hacía ni el huevo mientras yo me metía en la arena hasta las pestañas), a nuestro lado había un retoño con su querido progenitor que habían hecho un pedazo de Rayo Mcqueen que parecía patrocinado por los mismísimos estudios Disney. Cabronazo.

Así que nos fuimos a las rocas, armados de galapán (una red con palo vaya), cubo y él, mi hijo, mucho más listo que su padre, con chanclas. Total que ponte tu a buscar lorchos, camarones, cangrejos (el trofeo estrella) y demás fauna marina que queda atrapada en las charcas de las rocas cuando baja la marea. A los cinco minutos de dejar las rocas descubiertas la marea se produce lo que se viene llamando esquilmación de los fondos marinos. Los padres, ansiosos por obtener el reconocimiento de nuestros herederos, buscamos desaforadamente una presa con la que destacar por encima de los otros padres. Y los niñitos gritan como posesos “pues yo tengo nosequé” “pues mira que cangrejo más grande”… Menos mi hijo. Porque su padre es un paquete y no da de si. Yo más bien pienso que ojalá en una incursión de esas que hacen los súper papás bajo las rocas, aparezca un congrio del tamaño del metro y le deje el brazo por el codo. Así, sin contemplaciones. No en serio, no seamos crueles, hay súper papás y luego estamos los del montón, que tampoco vamos a ir de víctimas, que algo cogí en las rocas (mientras me sangraba el pie al haberme cortado con la roca del demonio por no llevar las dichosas chanclas), por ejemplo muchas conchas. Las conchas es que tienen la ventaja de que no se mueven y que la marea te las trae hasta los pies, que para un vago como yo siempre es una ventaja. Y son bien bonitas oiga.

Pues eso, que los papás nos volvemos locos por destacar delante de nuestros hijos, y yo aún ando pensando en que le puedo ayudar a mi enano en esa tarea de “pues mi padre…” que uno luce con orgullo delante de sus amigos. Al último al que quiso vacilarle mi querido vástago con el asunto le dijo algo así como “pues mi papá está muy loco y se desnuda en la calle y le da igual que la gente le mire…”. Te cagas. Se ve que no fui capaz de explicarle bien la anécdota en cuestión, y no quiero ni pensar la de explicaciones que le hubiera tenido que dar al padre del otro si no nos hubiéramos vuelto a casa de vacaciones al día siguiente por la mañana.

Pero menos es nada, un payaso gordo que se desnuda por la calle…cada uno destaca por lo que puede.

1 comentario:

jairo F.Quindós dijo...

la verdad que si esto es orgullo de padre, aunque pienso como tu la verdad que no tenemos que destacar por encima de nadie, seguramente el dia de mañana se sienta orgulloso de su padre por infinidad de cosas que tu no pudieses imaginar