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04 octubre 2011

LO QUE UNO SE PIERDE CUANDO NO EXISTE.



Ya he comentado en varias ocasiones los prontos aristotélicos que le dan a mi pequeño vástago. A mi me mola un montón porque favorece mi agilidad mental. Básicamente me entrena para saber salir de jardines en tres movimientos. La Gran Vía de Madrid le inspira especialmente, y por alguna razón que desconozco cuando por allí rodamos, es cuando suele plantearme las cuestiones más peregrinas y enrevesadas.

La última perla que casi da con mi coche escaleras abajo del metro de Plaza de España fue cuando felices y agotados íbamos los dos en el coche la semana pasada.

- Papá…
- Dime…
- ¿Porqué existo?

Claro, esto así en un principio puede hacer gracia, incluso algún aventurado que no haya pasado por ello podría llegar a pensar que tampoco tiene mayor complicación la historia, pero no. Esta pregunta no la se responder ni con mi propia existencia, menos sabría explicárselo a un niño de cinco años. Pues el tema es que después de recuperar el control sobre el coche le lanzo una pregunta tipo para ganar tiempo.

- ¿Cómo?- la pregunta era clara y concisa pero yo necesitaba recomponer mi cuerpo y mi mente después de 13 horas de actividad para poder dar una respuesta medianamente satisfactoria para el pequeño filósofo que mientras me ponía en semejante apretón seguía jugando con su dinosaurio de dos cabezas en la parte de atrás…

- Pues que ¿porqué existo?- La pregunta la reformuló con cara de “pero ¿eres tonto papá?, la pregunta es sencilla…”

No consideré que fueran horas ni lugar para hablar de la polinización, de semillitas ni barrigas de mamá. Necesitaba una respuesta genérica ya…

- Pues porqué queríamos tener un hijo…- que debió pensar, “ya pues yo quiero con todas mis ganas toda la colección de los gormitis y ni por esas”.

El seguía con sus planteamientos vitales. Silencio incómodo unos segundos, sudor por mi frente por si no se daba por satisfecho, estrés, semáforo en verde…

- Es que si no existiera no conocería Los Miserables…

¡Joder! Así que era eso… El caso es que íbamos escuchando el musical en el coche y a mi hijo le gusta mucho, pero nunca pensé que hasta el punto de asociarlo con su existencia…

Más relajado continuamos trayecto en coche, pero decidí poner música en la radio, algo así como los 40 Principales, que puede gustar más o menos pero lo que no da es que pensar, cuestión de no agotar la pequeña mente filosófica de mi querido vástago… Lo malo es que volverá a la carga. Fijo.

4 comentarios:

Xim dijo...

Ja, ja, ja, ja, con cinco añitos y ya con los musicales tipo los miserables, qué cosas!!! Tu aventura me llevó a recordar una escena parecida que me sucedió este verano pasado, pero no con mi hija, ya que el mes que viene cumple los 18, sino con mi sobrino Albert de 7 añitos, mi hermana me lo dejó a mi cargo una tarde y en esto que va y me dice:

-A mí me gustaría morirme.

Y me quedé perplejo ante semejante perspectiva, así que le pregunté:

-¿Por qué?...

-Pues para saber adónde vamos luego y qué hacemos...

-Ah, pues si has sido bueno te vas al cielo con dios y los angelitos, y si no te vas al infierno y te castigan.

Me pilló desprevenido y le di a la moralina más comercial. Luego siguió una especie de conversación surrealista, hasta que afortunadamente llegó su padre y le insistió en que primero viviese su vida aquí abajo, que ya tendría tiempo de averiguar lo otro. Menos mal!!!...

SaLu2 metafísicos

jairo F.Quindós dijo...

madre mia turula, tienes una joya en cas, la verdad que aunque parezca que son complejos, fijate por de¡onde saco su existencia, que facil lo hacen todo y en charcos meten a los adultos, en fin, estas anectodas son muy buenas se echaba en falta las ocurrencias de tu hijo

Anónimo dijo...

jajajajaj ¡genial! Deberías recopilarlas :)

Bandua dijo...

jejeje. Muy bueno!!. Estos enanos nos descuadran. Nosotros mismos nos metemos en jardines y lo interpretamos de una manera completamente diferente a lo que ellos están planteando. Yo estoy temiendo que a Adrià se le empiece a entender los que nos dice...