SERVICIOS SOCIALES PARA TODOS Y TODAS. NO A LOS RECORTES

23 julio 2007

SUEÑOS NAUFRAGADOS.


Así permanecerán para siempre los anhelos de tantos inmigrantes que se aventuran a cruzar las frías aguas que les separan de su sueño. Un sueño etéreo y difuso, intoxicado de falsas esperanzas disfrazas tras cortinas materiales de aquellos, que tras su retorno, no quieren contar la difícil verdad que aguarda al otro lado del estrecho. Y así se lanzan, armados de sueños y vestidos de ilusión, a veces con sus hijos a cuestas, amontonados en pequeños espacios a los que los traficantes de seres humanos, infames piratas del siglo XXI, sacan mayor rentabilidad a costa de arriesgar una vida más.

El azote de la realidad se materializa en golpes de mar constantes, nada más empezar la travesía, en la que la ilusión se diluye como un azucarillo, dando paso al sabor amargo de un futuro peor que incierto. Y después, la espera, las noches, los llantos, la sed, el hambre, la espera, la espera, y el horizonte negro. Un pasaje cuyo mayor coste no radica en el esfuerzo de años para reunir el dinero, quizás un préstamo de unos impresentables que mantendrán a toda la familia bajo su yugo hasta que se satisfaga la deuda. El mayor crédito es el concedido a costa de la vida, sin avales, sin garantías. Una vez cruzado y sobrevivido a la travesía queda una tarea no menos dura, no menos ingrata. Trabajos mal remunerados, viviendas infames y caras, una parte de la sociedad autóctona, victimista, estática e improductiva, que en su intento por superar sus frustraciones y carencias, les acusa de expolio por llevarse sus recursos, como antaño se perseguían por robar a las mujeres del poblado, primitivo.

Y todo ello era en origen un sueño, una ilusión, una esperanza. Lo cierto es que las generaciones futuras se beneficiarán de la proeza de sus mayores, de esa primera oleada que tuvo el valor de desembarcar en Europa, como lo hicieron los aliados aquel seis de junio bajo el incesante fuego alemán. Algún día se les reconocerá el esfuerzo, espero, y el sueño de esas cincuenta personas que la semana pasada naufragaron camino de la esperanza, será realidad para los hijos y nietos de los que sí llegaron, sufrieron y se establecieron.

No hay comentarios: