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22 octubre 2006

DUELO DE LLUVIA (o como sobrevivir a los paraguas).


Hoy me he batido en duelo. Bueno, a decir verdad me han batido. He estado esquivando estocadas a diestro y siniestro. Estocadas crueles y traicioneras, certeras, ejecutadas con el rigor de un profesional. Un descuido, y zas, el ojo derecho a la virulé. Pero un servidor, pacífico y desarmado, solo podía arquear el cuerpo en un ejercicio de contorsión imposible, desesperado por no recibir estoques en un lance perdido de antemano. Podía haber adquirido mi herramienta de lucha en cualquier esquina, ya que las ofrecen a un precio de tres euros, módico importe si lo que está en juego es la integridad de uno, pero soy de los que al mal tiempo, me mojo. Resultado: Una mala leche de cagarse.

Voy a explicarme. Es que hoy ha llovido en Madrid. Si salir a la calle en la capital del imperio es complicado en virtud de las decisiones del Kaiser Gallardón, y hay que ir sorteando trampas varias, a ésto hay que añadir el peligro que supone el despliegue de cientos de paraguas en las estrechísimas aceras que nos han dispuesto en el centro de una Villa en la que nos quieren convencer que favorecen al peatón. Me parto y me mondo.

Es que hay que tener un cuidado sumo, máxime si uno es un pelín más alto que la media. Ahí estamos jodidos. Hombres, mujeres, niños, todos armados con sus paraguas y paseando como si buscaran resarcirse del honor perdido. Por alguna razón, no me gusta ir con paraguas, si llueve me mojo, y así seguiré haciendo. Eso si, estoy valorando la posibilidad de comprarme un caso de moto, de esta forma me seguiré mojando igual, pero no me sacarán un ojo ese atajo de ciudadanos desaprensivos que circulan con sus paraguas como si fuesen a vengar una deuda de sangre. Digo.

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