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26 febrero 2013

SLIM FIT Y OTRAS PARADOJAS DEL BILINGÜISMO.




Está bien esto de que los niños aprendan inglés en el colegio. El rollo bilingüe este que se lleva ahora. Y uno se pregunta ¿para encontrar un buen trabajo? No que va, trabajo no hay. ¿Para viajar? No, porque entre que no hay pasta para viajar y los EREs que están haciendo en las empresas de transportes de pasajeros, no hay donde rascar por ahí. No, el inglés es bueno para ir de compras. Ayer lo descubrí, en mi cíclica visita a mi tienda de referencia con el fin de comprarme mis vaqueros habituales. Una gran estantería llena de vaqueros de todos los colores y formas me iniciaron en ese momento angustioso que me supone  eso que se hace llamar “ir de compras”.

El caso es que armado de valor me acerqué a la pila de pantalones, y cual fue mi sorpresa cuando al ir a leer los carteles indicativos de cada lote me encontré con palabros del tipo “straight fit”, “slim fit” “low waist” y cosas por el estilo. Ozú. Considero que mi nivel de inglés es aceptable, pero creo que está más pensado para otros universos que no para el pormenorizado análisis de la moda urbana. Y me acordé de Esperanza Aguirre y su ansia de que todos los niños y niñas del mundo sepan inglés (y porqué de vez en cuando, cuando algo me contraria me acuerdo de ella y de su familia, eso también), y me preguntaba de que le sirve a mi hijo saber pronunciar ardilla en la lengua de la Gran Bretaña, sino se va a encontrar con ningún roedor esciúrido por la Gran Vía de Madrid, o en todo caso, de encontrarse con alguna dudo que intente llamar su atención en inglés. Porque eso si lo estudian, por lo que mi hijo podrá ir a, digamos, Cambridge, entrar en una tienda de animales y comprarse un roedor, pero si quiere unos pantalones, suerte tendrá si consigue salir de la tienda con el vaquero adecuado. Porque esa es otra. Cuando yo era pequeño estaban los Levi’s 501, muy caros y muy molones, y los otros vaqueros (quedaban fatal pero eran baratos). Ahora no. Ahora los tienes estrechos, cortos, largos, de pitillo, elásticos, de pierna recta, ancha, desteñidos, rotos (¿quién coño se compra algo que ya de entrada está roto?), lavados a la piedra… en fin, que hay que hacer un doctorado en moda vaquera para comprarse dicha prenda. Y por si fuera poco, todo ello en inglés.

Lo que me lleva a la indefectible conclusión, a la cual llego con demasiada asiduidad, de que nos estamos volviendo gilipollas. Sino lo somos ya de largo (“long” que diría aquel). Pagamos productos que no necesitamos, pero el hecho de que estén escritos en inglés le dan cierto caché y nos terminan de convencer. Ahora nos hacemos peelings, comemos cupcakes, gastamos vaqueros slim fit, gafas vintage, somos cool, utilizamos smartphones… lo que en consonancia con lo anterior hace que considere que somos unos perfectos assholes.

Yo solo quería unos vaqueros. Y por cierto, ya no tienen los que gasto, le consultaré a mi terapeuta si mi débil personalidad puede asumir una ruptura tal en mi mundo oligofrénico.

Salud y República.

3 comentarios:

jairo F.Quindós dijo...

es la educacion del consumismo y como tal la lengua más hablada y da gracias que no esten los vaqueros en chino...la que se usa como mas cool jijiji

Xim dijo...

Bueno, para empezar tú no ibas a por unos "vaqueros", eso suena muy cutre, tú ibas a por unos Blue Jeans, je, je, je, y en la gran vía de Madrid puede que no se vean ardillas, pero en el parque del retiro doy fe de haberlas visto... SaLu2

Fauve, la petite sauvage dijo...

Blue Jeans, sí, que si fuera perfume tendrías que saber francés, que así huelen mejor.
Besos desde hace mucho tiempo; ando recordando con tus nuevas entradas las antiguas cuando te conocí.
Y saludos a todos.