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14 febrero 2007

NOTICIÓN QUE TE CAGAS.


Respiro tranquilo. No porque la eurocámara haya decidido, con escasos precedentes, subirse un poco lo pantalones respecto de EEUU. No porque el Gran Imperio pueda sodomizarnos ya con un poco más de esfuerzo, no, no es por eso. Me encuentro aliviado al saber que dos jugadores del Barcelona, de esos que llaman “de color” pero que en realidad son negros, han hecho las paces. Pues tenía yo una congoja desde ayer… Cuando abrieron el telediario con el impactante titular acerca del cabreo supino de uno de ellos. Doy fe que el menda estaba soliviantado, le faltó arramplar con el tipo que sostenía el micro.

El mismo día desembarcaron los inmigrantes del Marine I después de meses de agonía marítima, el nuevo ministro de justicia tomaba posesión de su cargo, con un espíritu parecido al del jugador de fútbol en cuestión, y en definitiva muchas otras noticias más importantes para la humanidad que el cabreo de un tipo, que tengo que decir de entrada que entre los de su ramo es de los que mejor me caen, que no afecta en nada al mundo en general ni a España en particular.

No es de extrañar, no obstante, que este tipo de noticias abunde en la prensa, en la soez y deportiva por descontado, pero también en la que se jacta de autodenominarse seria. Recientemente, en la edición digital de un periódico de tirada nacional el cuarto titular del día era que Eugenia Martínez de Irujo (me ahorro la rima facilona) había roto con su noviete. Justo debajo quedaba un pequeño espacio para hablar de la visita de Al Gore a Madrid y su discurso sobre el imparable cambio climático. En este país estamos despeñándonos por un terraplén, y el golpe va a ser brutal si no nos implicamos seriamente en que la gente se cultive con cosas más allá de las noticias del corazón y las deportivas, bueno deportivas no, futbolísticas. Un símil adecuado sería como si todos comiéramos hamburguesas y pizzas sistemáticamente a diario, ¿a que sería preocupante?, pues lo que hacemos con nuestro cerebro es mucho peor y la peña ni pestañea.

En cualquier caso, y tras la conmoción por la ruptura de la Eugenia y su novio, me he quedado mucho más reconfortado sabiendo que en Barcelona reina la armonía y el amor entre hermanos. Estamos jodidos.

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