SERVICIOS SOCIALES PARA TODOS Y TODAS. NO A LOS RECORTES

09 marzo 2007

A DIOS PONGO POR TESTIGO.


Resulta que iba a entregar todo mi ser a un ejercicio de vanidad impropio en mi, utilizando este espacio para comentar a quien deseara leerlo que han seleccionado un relato que presenté a un certamen como uno de los 10 que serán publicados en un libro, y por causas ajenas al tema me han saltado los plomos.

Estoy hasta el epidídimo. Hasta el izquierdo para ser más exacto. Los seres humanos estamos condenados, no ya a estar dominados por las máquinas, no, estamos condenados a echarnos en manos del suicidio como única solución al desgaste al que nos someten supuestos avances tecnológicos. Ríete tu de los funcionarios y de las doce pruebas de Asterix. Una mierda. En quince minutos esta mañana me han salido cuatro arrugas, siete canas, una enorme bolsa, que, perdonen la frivolidad, es un atentado contra la estética y el glamour, bajo el ojo derecho, y se me ha puesto una mala baba propia de un cascarrabias de ochenta años.

Me explico. He llamado a Iberdrola. Quería hacer una gestión básica, sencilla hasta para mi enano, cambiar titular del contrato y de la cuenta bancaria. Haceros cargo. Yo, risueño de buena mañana (aunque tenía más de sueño que de ri-), cojo el teléfono, aún optimista, y marco:

- Piiii…
- Buenos Días, teléfono de atención al cliente de Iberdrola…- Para eso son unas máquinas, no pasa más de un tono y ya te ha descolgado la torda enlatada, si quieres colgar, allá tu, pero de entrada pagas.
- Hola…- Musito suave antes de que me corte otra vez el R2D2 con voz femenina.
- Si quiere pedir un duplicado, pulse uno. Para incidencias pulse dos. Para cambio de cuenta bancaria pulse tres…
- ¡Ostias!- La primera vez en la vida que me clavan la opción deseada nada más empezar- ¡¡¡¡Tres, tres, tres!!!!- grito como poseído por el diablo de Tasmania mientras mis compañeras de despacho empiezan a mirarme de reojo entre la sorpresa y el miedo.
- …Si quiere una visita privada al botafumeiro de Santiago de Compostela….- la máquina seguía y ni caso… Coño, si es que había que pulsar y no gritar…Es que la emoción me nubló el sentido…

Pulso el tres.

- Diga uno a uno los números de referencia del contrato.
- Tal, tal, tal y pascual…

Mi paciencia empezaba a parecerse a la empatía existente entre Acebes y Rubalcaba, c’est a dire, empezaba a estar más que cabreado. Lo malo no fue el cambio de número de cuenta, no, lo malo vino después. Cuando quise cambiar el titular del contrato. No reproduzco las opciones porque como ya me temía yo, mi opción no existía. ¿Y ahora que? Utilicé la única opción que me quedaba, que aunque no venía recogida en el amplio menú que me ofertaron, era, al fin y al cabo, lo que quería hacer:

- ¡Quiero hablar con un operador, coño!
¡Oh! Milagro. La, llegados a este punto, maldita zorra enlatada que había atendido mi petición me dijo que me daba paso con un operador.
- En estos momentos todos nuestros operadores están ocupados, su llamada será atendida en aproximadamente tres minutos…

¡Arggggg! ¡Tres minutos! Huelga decir que los tres minutos se expandieron en el tiempo cual soufflé en el horno. A estas alturas mis compañeras me traían vasos de agua y pañuelos para que me enjugara las lágrimas, e incluso alguna me sugirió, creo, un tratamiento con no se que psiquiatra experto en trastornos burocráticos. No voy a reproducir los exabruptos con los que di la bienvenida a la torda de Iberdrola, por respeto a las buenas maneras.

No voy a extender mucho más, pero si os contaré el resultado. Finalmente conseguí cambiar el número de cuenta, el titular del contrato, volví a tener que cambiar el número de cuenta porque no se había registrado, y recepcioné positivamente nosequé información acerca de una carta que me van a mandar para que firme. Una vez colgué el teléfono pesaba quince kilos menos, me congratulé de usar rimel porque mi careto hubiera parecido un código de barras, y me pertreché con una mala gaita impropia de un viernes. Entre temblores me sorprendí a mi mismo cagándome en Iberdrola, en la madre que la fundó y en los avances tecnológicos que acabarán por reducirnos a la mínima expresión. Joder.


Imagen superior de Forges (tomada sin permiso previo, ups!)

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