Se acabó. El pepé acaba de franquear el límite de lo tolerable, y ya es decir habida cuenta del tonteo sistemático y constante que lleva haciendo con la agresión y el vilipendio durante los dos años y pico que median desde las elecciones que perdieron por mentir y estafar a la ciudadanía.
Lo de ayer en el congreso es indecente, inmoral y debiera ser ilegal en un país en el que nos jactamos de ser una democracia integra y madura, aunque joven (creo que este extremo, en formato excusa, el que finalmente permite que una panda de becerros encorbatados se desmanden de continuo como hooligans en la Costa Brava). Rajoy dejó ver el ultraderechista violento que llevaba dentro y que todos estos años ha estado escondido tras una dicción patética en un líder político y fielmente escoltado por dos radicales manifiestos que nada tienen que envidiar a su extremista vocero oficial Jiménez Lozanitos.
Rajoy ayer dio un paso más en su radicalismo, mostrando a España entera que denigra a sus ciudadanos, que él si que es un vende patrias, un mezquino segregacionista que sin ningún pudor dividirá el estado con fines partidistas. Lejos queda la inquietud por la unidad del país, ya que cuando quieres dividir a sus ciudadanos con un fin hasta ahora oculto y ahora abiertamente guerracivilista no puedes tener el cuajo de hablar de unidad, tolerancia y paz.
Rajoy y sus camaradas de ultraderecha quieren dividir a España, fomentan la violencia entre los ciudadanos y ansían recuperar un poder que nunca merecieron y que les fue negado por méritos propios.
El pueblo, a través de sus ciudadanos libres, que apoyan la libertad y la democracia no permitirá sus desmanes, y lejos de amilanarse, tomarán las riendas de este país en un ejercicio de responsabilidad ciudadana. En vista del cariz que toman los acontecimientos deberemos estar preparados para cualquier eventualidad, y a la acción del radicalismo ultra le responderá la reacción de los que realmente formamos esta comunidad libre y cimentada sobre siglos de historia y dignidad de hombres y mujeres que no se dejaron embaucar por políticos segregacionistas y violentos. Es por ello que las agresiones que se cometan contra nosotros serán respondidas de manera tan proporcional y justa, como contundente, y sus responsables serán juzgados por atentar contra la estabilidad de la democracia que nos ampara.
Lo de poner la otra mejilla se lo dejamos a los mojigatos y mindundis a los que os gustaría tener por súbditos, alimañas.
No pretendo que está reflexión parezca violenta, de hecho no lo es, por mucho que se merezcan esos sinvergüenzas. Este escrito solo responde a un estado de ánimo de extrema frustración ante la indefensión que podemos sentir algunos ciudadanos frente a las agresiones de unos políticos que no se merecen ni el aire que respiran.
Lo de ayer en el congreso es indecente, inmoral y debiera ser ilegal en un país en el que nos jactamos de ser una democracia integra y madura, aunque joven (creo que este extremo, en formato excusa, el que finalmente permite que una panda de becerros encorbatados se desmanden de continuo como hooligans en la Costa Brava). Rajoy dejó ver el ultraderechista violento que llevaba dentro y que todos estos años ha estado escondido tras una dicción patética en un líder político y fielmente escoltado por dos radicales manifiestos que nada tienen que envidiar a su extremista vocero oficial Jiménez Lozanitos.
Rajoy ayer dio un paso más en su radicalismo, mostrando a España entera que denigra a sus ciudadanos, que él si que es un vende patrias, un mezquino segregacionista que sin ningún pudor dividirá el estado con fines partidistas. Lejos queda la inquietud por la unidad del país, ya que cuando quieres dividir a sus ciudadanos con un fin hasta ahora oculto y ahora abiertamente guerracivilista no puedes tener el cuajo de hablar de unidad, tolerancia y paz.
Rajoy y sus camaradas de ultraderecha quieren dividir a España, fomentan la violencia entre los ciudadanos y ansían recuperar un poder que nunca merecieron y que les fue negado por méritos propios.
El pueblo, a través de sus ciudadanos libres, que apoyan la libertad y la democracia no permitirá sus desmanes, y lejos de amilanarse, tomarán las riendas de este país en un ejercicio de responsabilidad ciudadana. En vista del cariz que toman los acontecimientos deberemos estar preparados para cualquier eventualidad, y a la acción del radicalismo ultra le responderá la reacción de los que realmente formamos esta comunidad libre y cimentada sobre siglos de historia y dignidad de hombres y mujeres que no se dejaron embaucar por políticos segregacionistas y violentos. Es por ello que las agresiones que se cometan contra nosotros serán respondidas de manera tan proporcional y justa, como contundente, y sus responsables serán juzgados por atentar contra la estabilidad de la democracia que nos ampara.
Lo de poner la otra mejilla se lo dejamos a los mojigatos y mindundis a los que os gustaría tener por súbditos, alimañas.
No pretendo que está reflexión parezca violenta, de hecho no lo es, por mucho que se merezcan esos sinvergüenzas. Este escrito solo responde a un estado de ánimo de extrema frustración ante la indefensión que podemos sentir algunos ciudadanos frente a las agresiones de unos políticos que no se merecen ni el aire que respiran.
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