Los viticultores están en pie de guerra. La ministra de sanidad anda por ahí tocándoles las meninges a cuento de la nueva ley para limitar el consumo de drogas en los jóvenes de este nuestro país. La discordia creo que viene a cuento de equiparar el vino a otras drogas. Un fulano que decía hablar en nombre de los viticultores tuvo a bien soltar una arenga de cuidado ayer en un programa de radio. El vino no es una droga, dijo. Así, sin más, con dos cojones. Después añadió que es un alimento, que si la cultura mediterránea, que si las tradiciones, bla bla bla…
Una cosa es defender lo que sea, de hecho en este país de chimpancés trajeados, se defienden las ideas más peregrinas sin atisbo de sonrojo, pero lo que no se puede, o no se debe, es cimentar la argumentación en una mentira. Por desgracia sobre este extremo estamos también algo acostumbrados. Digo ésto porque al margen de realidades y de demagogias superfluas, el alcohol es una droga, lo es en la cerveza, en los destilados y por supuesto lo es en el vino.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud): "Droga" es toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas.
Huelga decir que el alcohol se adapta perfectamente a esta definición, al igual que sobra cualquier explicación acerca de las consecuencias que la ingesta inadecuada y abusiva del mismo, en cualquiera de sus diferentes presentaciones, tiene en los individuos y su entorno.
Se podría debatir acerca de si el vino es o no es de las sustancias más consumidas por los jóvenes en sus fiestas y borracheras (en efecto se bebe vino, mezclado o no), sobre si el impacto físico del vino es similar si se consume el clásico brik de Don Simón o si se degusta un Vegasicilia (lo desconozco, pero si se que un consumo abusivo de cualquiera de los dos pasa igualmente factura), sobre la capacidad de hacer un consumo responsable del mismo (peligroso y espinoso debate), pero nunca, y reitero nunca, se debe negar la presencia del vino en una lista sobre drogas. Además es importante decir que el calificativo de droga “blanda” es muy peligroso porque afianza la baja percepción de riesgo en el consumo de la misma, lo cual hoy por hoy representa el mayor problema a la hora de trabajar e prevención de consumo de drogas con la población joven.
Por todo ello apelo a la responsabilidad, a la adecuación del debate en torno a la futura ley, no dudo que existen muchos puntos sobre los que opinar y los que debatir, pero en ningún caso, mentir deliberadamente a la opinión pública con fines exclusivamente comerciales. Digo.
Una cosa es defender lo que sea, de hecho en este país de chimpancés trajeados, se defienden las ideas más peregrinas sin atisbo de sonrojo, pero lo que no se puede, o no se debe, es cimentar la argumentación en una mentira. Por desgracia sobre este extremo estamos también algo acostumbrados. Digo ésto porque al margen de realidades y de demagogias superfluas, el alcohol es una droga, lo es en la cerveza, en los destilados y por supuesto lo es en el vino.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud): "Droga" es toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas.
Huelga decir que el alcohol se adapta perfectamente a esta definición, al igual que sobra cualquier explicación acerca de las consecuencias que la ingesta inadecuada y abusiva del mismo, en cualquiera de sus diferentes presentaciones, tiene en los individuos y su entorno.
Se podría debatir acerca de si el vino es o no es de las sustancias más consumidas por los jóvenes en sus fiestas y borracheras (en efecto se bebe vino, mezclado o no), sobre si el impacto físico del vino es similar si se consume el clásico brik de Don Simón o si se degusta un Vegasicilia (lo desconozco, pero si se que un consumo abusivo de cualquiera de los dos pasa igualmente factura), sobre la capacidad de hacer un consumo responsable del mismo (peligroso y espinoso debate), pero nunca, y reitero nunca, se debe negar la presencia del vino en una lista sobre drogas. Además es importante decir que el calificativo de droga “blanda” es muy peligroso porque afianza la baja percepción de riesgo en el consumo de la misma, lo cual hoy por hoy representa el mayor problema a la hora de trabajar e prevención de consumo de drogas con la población joven.
Por todo ello apelo a la responsabilidad, a la adecuación del debate en torno a la futura ley, no dudo que existen muchos puntos sobre los que opinar y los que debatir, pero en ningún caso, mentir deliberadamente a la opinión pública con fines exclusivamente comerciales. Digo.