Estaba yo revisando las entradas en el blog cuando me he dado cuenta de que hay alguien que entra casi a diario desde Australia. Me he puesto a pensar y se me ocurre que pueda ser P. una amiga de mi hermana pequeña que se ha ido allí a pasar una temporada. Creo que tiene familia por allí, además de ser medio británica, irlandesa o escocesa, no se muy bien, pero lo que si se es que tiene un apellido de esos de taberna irlandesa.
A ver que me lío. El caso es que me he puesto a pensar en el hecho de marcharse una temporada fuera, que aunque en este reino nuestro no es común, si lo es en otras partes de Europa. Aquí terminas la carrera y pierdes el culo por encontrar un trabajo, contrato fijo si puede ser, y encadenarte a una hipoteca por los restos. Un plan de vida cojonudo vamos. Es como si naciéramos con la esperanza de poder subir a galeras para estar remando toda la vida recibiendo latigazos. Mola. No se que virus nos han inoculado en este país de perdedores de gabardina sucia y aire rancio, que nuestro espíritu de aventura, de conocer cosas nuevas lo tenemos más atrofiado que la libido del noviete de la duquesa de Alba. Queremos seguridad, queremos saber que nuestra vida aunque monótona y estéril estará ahí, plácida y sin sobresaltos.
En otros países de Europa sin embargo es frecuente que cuando los estudiantes finalizan sus estudios, se vayan a conocer mundo, culturas diferentes, otros países. Por no hablar de la movilidad laboral. Dejan empleos para asumir retos, nuevos caminos que les hagan crecer, no solo en lo material, que también, sino en lo personal y profesional. Más allá de los pirineos no existe esa fiebre de propiedad de la vivienda, como si fuera un reducto personal que nadie nos pudiera expugnar, a costa del euribor, la cesta de la compra, la gasolina y la madre que les parió. El mercado de alquiler fluye sin el consabido “es que alquilar es tirar el dinero”, porque no tiran el dinero, invierten en vida, en nuevas experiencias, en flexibilidad.
Es por ello que hoy le dedico esta entrada a P. porque cuando todos sus compañeros se han puesto a trabajar, a preparar oposiciones (el no va más de la estabilidad vital) y a empezar esa carrera hacia la tan ansiada hipoteca, ella ha cogido sus bártulos y se ha largado una temporada a Australia, a conocer mundo, a vivir y beber experiencias que nunca tendremos los que nos hemos quedado atrofiados en nuestras jaulas, con nuestras hipotecas y nuestra placentera vida feliz. Con dos cojones.
A ver que me lío. El caso es que me he puesto a pensar en el hecho de marcharse una temporada fuera, que aunque en este reino nuestro no es común, si lo es en otras partes de Europa. Aquí terminas la carrera y pierdes el culo por encontrar un trabajo, contrato fijo si puede ser, y encadenarte a una hipoteca por los restos. Un plan de vida cojonudo vamos. Es como si naciéramos con la esperanza de poder subir a galeras para estar remando toda la vida recibiendo latigazos. Mola. No se que virus nos han inoculado en este país de perdedores de gabardina sucia y aire rancio, que nuestro espíritu de aventura, de conocer cosas nuevas lo tenemos más atrofiado que la libido del noviete de la duquesa de Alba. Queremos seguridad, queremos saber que nuestra vida aunque monótona y estéril estará ahí, plácida y sin sobresaltos.
En otros países de Europa sin embargo es frecuente que cuando los estudiantes finalizan sus estudios, se vayan a conocer mundo, culturas diferentes, otros países. Por no hablar de la movilidad laboral. Dejan empleos para asumir retos, nuevos caminos que les hagan crecer, no solo en lo material, que también, sino en lo personal y profesional. Más allá de los pirineos no existe esa fiebre de propiedad de la vivienda, como si fuera un reducto personal que nadie nos pudiera expugnar, a costa del euribor, la cesta de la compra, la gasolina y la madre que les parió. El mercado de alquiler fluye sin el consabido “es que alquilar es tirar el dinero”, porque no tiran el dinero, invierten en vida, en nuevas experiencias, en flexibilidad.
Es por ello que hoy le dedico esta entrada a P. porque cuando todos sus compañeros se han puesto a trabajar, a preparar oposiciones (el no va más de la estabilidad vital) y a empezar esa carrera hacia la tan ansiada hipoteca, ella ha cogido sus bártulos y se ha largado una temporada a Australia, a conocer mundo, a vivir y beber experiencias que nunca tendremos los que nos hemos quedado atrofiados en nuestras jaulas, con nuestras hipotecas y nuestra placentera vida feliz. Con dos cojones.
1 comentario:
muy buena reflexion, si si.
me encantó tu comentario en mi blog, gracias
saludos
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