SERVICIOS SOCIALES PARA TODOS Y TODAS. NO A LOS RECORTES

09 julio 2007

¿CULTURA? NO GRACIAS.


Ya he comentado otras veces que soy un firme defensor de los animales. Esto no quita para que los encierros me gusten. No lo considero un maltrato animal aunque es cierto que se somete a los toros a una situación de estrés que dista mucho de la plácida vida campestre. Pero al fin y al cabo los corredores de verdad, los que no van borrachos y corren con prudencia, tienen unas normas éticas, no escritas, en las cuales priman determinadas conductas que tienen por objeto no molestar al toro. Además en esas carreras uno se expone cuerpo a cuerpo con el astado, corren delante de ellos y si la suerte te juega una mala pasada, la cornamenta te la incrusta el animal hasta la apófisis. Reglas del juego chaval y hasta aquí hemos llegado.

Lo que considero una tortura supina es lo de las corridas. Me importa un güevo de pato encebollado si se considera una tradición y si es símbolo de una España tan cenutria como retrógrada. Es cobarde someter a linchamiento público a un animal, por mucho que pese más de media tonelada y que el torero se exponga a una circuncisión por la vía rápida. Quien argumente que es una lucha de igual a igual, miente. Al toro se le debilita y encabrona a base de banderillas, picadores y pases de muleta, lo cual resta fuerzas al animal e inclina la balanza a favor del humano. Todo ello para jolgorio de cientos, miles de espectadores ávidos de sangre y dolor. Por eso me parece estupendo que de pascuas a ramos el toro se lleve por delante al torero, a su traje de luces y a la madre que les parió. Y si el toro salta la barrera (o como se denomine en lenguaje taurino) y se pega un paseo por el pasillo arramplando con todos los que allí se encuentran, tanto mejor y más risas me echo.

La cultura nunca debe estar basada en el dolor ajeno, sea contra personas o contra animales, porque si no, abrimos la veda y nos ponemos a simpatizar con la ablación de clítoris, el burka para las mujeres y otras tantas tropelías que se encuadran en lo que la gente llama cultura. Si esa es la cultura que nos representa yo me borro, casi que me apunto a la lista de los apátridas que no tendrán patria pero por lo menos no amparan ciertas atrocidades que las sustentan. Y puestos a hablar de cultura y tradiciones, en nuestra querida piel de toro ha estado bien visto durante siglos arreglar las afrentas a estocadas, así que los puristas de la cultura que tomen precauciones y sean cautos, no vaya a ser que en un oscuro callejón se les aparezca un caballero ofendido, por una mala voz, por una mujer humillada, por una vuesa merced fuera de lugar, y se encuentren con un palmo de acero atravesando su torso español. Es que las tradiciones son las tradiciones.

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