Dice
nuestro ministro del interior que el matrimonio homosexual no garantiza la
continuidad de la especie, y como tal, está en contra. De esta afirmación se
desencadenan una serie de conclusiones que aún no habiéndolas verbalizado el
ministro, es fácil presuponerlas, propias de su mentalidad radical, conservadora
y propensa al odio. El ministro estará contra los matrimonios de personas
estériles, de matrimonios entre ancianos, de matrimonios de personas con una
predisposición genética a una determinada enfermedad en la que se decida no
procrear, de matrimonios que usen condón en sus relaciones sexuales, o de los
que sencilla y llanamente no les salga del ciruelo tener hijos. Sin embargo temo que pudiera estar a favor de las “procreaciones masivas” tales como las violaciones
sistemáticas de soldados serbios a mujeres croatas, de guerrilleros hutus a
mujeres tutsis (y viceversa)… Porque si el fin último que justifica todo es
procrear, pues supongo que por ahí andará. Lo mucho que se preocupa este señor
por la especie en general y lo poco que
lo hace por los ciudadanos en particular.
Tan
preocupado por la continuidad de la raza humana y sin embargo apoyando recortes
que afectan a la salud, a la educación, a los servicios sociales, al empleo, a
la vivienda… Garanticemos que vivamos durante mucho tiempo aunque lo hagamos
enfermos, incultos, en paro y debajo de un puente. Pero si nos casamos que sea
para tener hijos. Curiosa escala de prioridades.
Más
allá de estas reflexiones de un pobre ciudadano ligeramente alejado de las
tesis eclesiásticas, sin afán reproductivo y con algún que otro amigo marica,
soy incapaz de encontrar una definición de matrimonio donde la esencia de éste quede
ligada a su labor reproductiva. En la vida civil, claro, en lo que se refiere a
las creencias, cada uno con sus cuestiones esotéricas se las guisa y se las
come. Pero en el ámbito privado. Y he consultado la RAE por aquello de
documentarme y me encuentro lo siguiente:
Matrimonio.
(Del lat. matrimonĭum).
De ello se desprende que el señor Jorge Fernández
Díaz, no es sino el radical ultra conservador, el mismo que manda a sus
cachorros uniformados de predisturbios a zurrar a lo que el llama antisistema
de izquierdas, y que por lo que he podido observar en primera persona en las
últimas manifestaciones son fundamentalmente familias con niños y personas
mayores. Podría mandarles también a “limpiar” las ciudades de la gran patria
española de maricones y bolleras. Todo se andará.
Lo grave del asunto es que este macho heterosexual y
vigoroso ser viaje con cargo a los fondos públicos para dar charlas a adeptos
ultras, que le aplauden con las orejas a cada tontuna incendiaria que vomite
por su semental gaznate, porque hasta donde yo se, y ésto forma parte de mi ser
cándido e inocente, el estado español es, pese a quien le pese, laico.
Y aunque que sigo sin entender como a los señores
del partido popular les repatea tanto la cuestión homosexual con lo que ellos
dan por culo a la población en general (hombres y mujeres), y visto como están
dejando hecho unos zorros el estado de bienestar y el estado en general, no me
parece mala idea lo de la extinción de la especie, porque para lo que vamos a
dejar a nuestros hijos e hijas casi mejor echamos el cierre.
Salud y República. Y mucho amor, amor en cualquiera
de sus formas, porque amar es lo que nos distingue de los seres como el
ministro del interior, que odian, y hacen del odio al diferente la base de su
propia satisfacción.
1 comentario:
Tenemos una cuspide politica en el gobierno que cada vez que abren la boca sube el pan, bueno el pan los impuestos, el paro etc, etc, etc...
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