Si es que soy un frívolo. Yo aquí, preocupadísimo por mi situación personal (motivo por el cual he aparcado temporalmente el blog), por como será el devenir de mi vida y la que no es mía, y resulta que paso por alto una cuestión de ingente trascendencia. Lo reconozco. Me la trae al pairo si el oso del oso y el madroño es oso u osa. Es más, no es que me importe un güevo de codorniz, es que ni siquiera me lo había planteado. Tengo la esperanza de que mucha gente inteligente y con otros quehaceres vitales tampoco se hayan despertado por la noche, empapados en sudor y angustiados, porque no saben el sexo y/o el género del osezno/a.
Es que me lo ponen fácil. Pero fácil fácil. Y la verdad es que me atormenta entrar al trapo de cuestiones que superan con creces el calificativo de banal. Banal soy yo, esto es para echarse a reír y no parar hasta que el animal (espero que las recalcitrantes feministas de la sección “puesytumás” se conformen con el genérico, que yo me cuido muy mucho de no herir sensibilidades) solicite inscribirse en el registro como gato siamés y pida adoptar a las carpas del retiro. Pues nada chicas, vosotros seguid con vuestra ardua tarea en el consejo municipal de la mujer, y mientras la vida discurre de verdad fuera de palacio, mientras siguen chuleando a muchas mujeres por el simple hecho de serlo, mientras vejan y maltratan a las víctimas de violencia doméstica, mientras el alcalde de Valladolid dice que su rival política en las elecciones no vale ni para echar un polvo, mientras la iglesia sigue despreciando a la mujer más allá de la virgen María, vosotras a seguir dilucidando cuestiones de gran trascendencia para el orden mundial como es el sexo del oso y el madroño, símbolo de Madrid. De paso me podíais aclarar si el madroño es tío o tía, que desde que entró en vigor el derecho al voto de la mujer es una cuestión que me tiene desvelado, porque igual es madroña, o coña, o coña marinera, que así mola más. Y paro ya que al final me pierden las formas.
Es que me lo ponen fácil. Pero fácil fácil. Y la verdad es que me atormenta entrar al trapo de cuestiones que superan con creces el calificativo de banal. Banal soy yo, esto es para echarse a reír y no parar hasta que el animal (espero que las recalcitrantes feministas de la sección “puesytumás” se conformen con el genérico, que yo me cuido muy mucho de no herir sensibilidades) solicite inscribirse en el registro como gato siamés y pida adoptar a las carpas del retiro. Pues nada chicas, vosotros seguid con vuestra ardua tarea en el consejo municipal de la mujer, y mientras la vida discurre de verdad fuera de palacio, mientras siguen chuleando a muchas mujeres por el simple hecho de serlo, mientras vejan y maltratan a las víctimas de violencia doméstica, mientras el alcalde de Valladolid dice que su rival política en las elecciones no vale ni para echar un polvo, mientras la iglesia sigue despreciando a la mujer más allá de la virgen María, vosotras a seguir dilucidando cuestiones de gran trascendencia para el orden mundial como es el sexo del oso y el madroño, símbolo de Madrid. De paso me podíais aclarar si el madroño es tío o tía, que desde que entró en vigor el derecho al voto de la mujer es una cuestión que me tiene desvelado, porque igual es madroña, o coña, o coña marinera, que así mola más. Y paro ya que al final me pierden las formas.
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