Hola abuela,
Se acaba el año 2005 y tú estás un poco malita. Un poco malita lo dirías tú, porque menudo ánimo tienes, y que ganas de vivir… Yo quiero heredar tus genes y tu ánimo. Estos días he pensado mucho en ti.
Es curioso como haciendo un repaso a mis recuerdos me vienen sabores únicos de cada momento. Entre esos momentos están los de los domingos por la tarde cuando íbamos a veros, al abuelo y a ti, a casa. Los que no sepan de lo que estoy hablando no lo entenderán, pero soy capaz de saborearlo todavía, con cariño, ese trinaranjus de naranja en el vaso Duralex. Un bocadillo de jamón york. Un trozo de tarta de manzana, la mejor tarta de manzana que haya comido nunca. Sería injusto que hablara de comida sin mencionar tus espaguetis con carne, los míticos espaguetis de la abuela, nadie los hace igual.
No son solo recuerdos de sabores y aromas de lo que me acuerdo, no. Aunque no fui consciente de ello, se que pasé el 23-F con vosotros en vuestra casa, en Madrid, porque papá, mamá, Javi y Bea estaban fuera. Recuerdo al abuelo una tarde explicándonos a Javi y a mí el atentado a Carrero Blanco, nos hizo un dibujo, nos lo explicó con una precisión difícil de olvidar. Se me escapa una sonrisa cuando pienso que el abuelo apuntaba los números de la lotería pero no los jugaba…eso es tener valor, o ganas de pasarlo mal. Creo que no conocí bien al abuelo, no se, supongo que yo era pequeño, y esas edades se tienen otras preocupaciones… Cuando fuimos a Tardajos, al funeral y al homenaje, me di cuenta que me hubiera gustado conocerle más, sentí que había sido importante.
En cambio de ti si he disfrutado más. No he sido un nieto modelo, lo reconozco. Probablemente tenía que haber ido más a verte, pero soy así abuela, la verdad es que soy así…Eso no quiere decir que no piense en ti. Me acuerdo cuando de pequeño veía como crecía a medida que me acercaba a tu altura. Que tontería, ¿verdad? Ahora me encanta que me cuentes historias de tu vida, de tu pasado, como te pilló la guerra separada del abuelo, como os mantuvisteis en contacto… Siempre me fascinó esa historia. Los que hemos nacido en los setenta y en adelante no sabemos muchas cosas. Siento que se perderá esa historia viva de las personas si no la contamos, porque no podemos confiar en historiadores tendenciosos que quieren hacernos creer su verdad. Tus historias abuela, como la de tantas otras personas que ya han vivido una vida íntegra, son la verdad, la verdad de la experiencia que se mide en arrugas y canas, y no en masters y cursos de post-grado de expertillos partidistas.
Por eso me alegro de tenerte y escucharte, porque hay cosas que no se me van a olvidar nunca, y yo podré también contarlas, las contaré sabiendo que son verdad y que las aprendí de ti. Se las contaré a Daniel, tu primer bisnieto al que seguro conocerás en breve.
Abuela, las personas viven mientras perduran en la memoria de los que las quisieron y las quieren, y tu, abuela, estarás en la mía hoy y siempre.
Te regalo estas gerberas para que alegren la habitación del hospital mañana, cuando con el ánimo de siempre des la bienvenida al nuevo año.
Se acaba el año 2005 y tú estás un poco malita. Un poco malita lo dirías tú, porque menudo ánimo tienes, y que ganas de vivir… Yo quiero heredar tus genes y tu ánimo. Estos días he pensado mucho en ti.
Es curioso como haciendo un repaso a mis recuerdos me vienen sabores únicos de cada momento. Entre esos momentos están los de los domingos por la tarde cuando íbamos a veros, al abuelo y a ti, a casa. Los que no sepan de lo que estoy hablando no lo entenderán, pero soy capaz de saborearlo todavía, con cariño, ese trinaranjus de naranja en el vaso Duralex. Un bocadillo de jamón york. Un trozo de tarta de manzana, la mejor tarta de manzana que haya comido nunca. Sería injusto que hablara de comida sin mencionar tus espaguetis con carne, los míticos espaguetis de la abuela, nadie los hace igual.
No son solo recuerdos de sabores y aromas de lo que me acuerdo, no. Aunque no fui consciente de ello, se que pasé el 23-F con vosotros en vuestra casa, en Madrid, porque papá, mamá, Javi y Bea estaban fuera. Recuerdo al abuelo una tarde explicándonos a Javi y a mí el atentado a Carrero Blanco, nos hizo un dibujo, nos lo explicó con una precisión difícil de olvidar. Se me escapa una sonrisa cuando pienso que el abuelo apuntaba los números de la lotería pero no los jugaba…eso es tener valor, o ganas de pasarlo mal. Creo que no conocí bien al abuelo, no se, supongo que yo era pequeño, y esas edades se tienen otras preocupaciones… Cuando fuimos a Tardajos, al funeral y al homenaje, me di cuenta que me hubiera gustado conocerle más, sentí que había sido importante.
En cambio de ti si he disfrutado más. No he sido un nieto modelo, lo reconozco. Probablemente tenía que haber ido más a verte, pero soy así abuela, la verdad es que soy así…Eso no quiere decir que no piense en ti. Me acuerdo cuando de pequeño veía como crecía a medida que me acercaba a tu altura. Que tontería, ¿verdad? Ahora me encanta que me cuentes historias de tu vida, de tu pasado, como te pilló la guerra separada del abuelo, como os mantuvisteis en contacto… Siempre me fascinó esa historia. Los que hemos nacido en los setenta y en adelante no sabemos muchas cosas. Siento que se perderá esa historia viva de las personas si no la contamos, porque no podemos confiar en historiadores tendenciosos que quieren hacernos creer su verdad. Tus historias abuela, como la de tantas otras personas que ya han vivido una vida íntegra, son la verdad, la verdad de la experiencia que se mide en arrugas y canas, y no en masters y cursos de post-grado de expertillos partidistas.
Por eso me alegro de tenerte y escucharte, porque hay cosas que no se me van a olvidar nunca, y yo podré también contarlas, las contaré sabiendo que son verdad y que las aprendí de ti. Se las contaré a Daniel, tu primer bisnieto al que seguro conocerás en breve.
Abuela, las personas viven mientras perduran en la memoria de los que las quisieron y las quieren, y tu, abuela, estarás en la mía hoy y siempre.
Te regalo estas gerberas para que alegren la habitación del hospital mañana, cuando con el ánimo de siempre des la bienvenida al nuevo año.
Besitos de tu nieto Ignacio.
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