Hay
días en los que no sentir el privilegio de poder quejarse es de ser un
desagradecido. Sentir que estamos y que por el hecho de hacerlo, el estar, ya
somos afortunados. Con nuestras cosas, nuestros problemas, nuestras glorias y
miserias, pero estar, ese hecho al que a veces no prestamos atención, nos
permite salir a la calle y enfrentarnos a nuestra vida, y haciéndolo mejor o
peor tener la posibilidad de cambiarla.
Esta
mañana una larga y penosa enfermedad se ha llevado por delante a un chaval que
aún no había cumplido mi edad. Y sin ser amigo mío, si que sentí de cerca su
lucha porque gente que conozco mantenía lazos de amistad con él. Y hoy siento
que es un día triste. Pero no voy a hablar de la desdicha sino de lo bueno que vivió estos difíciles últimos años. Porque hace unos cuantos (no se precisar con
exactitud) estando ya enfermo, a su vida llegó una fiel escudera, y a ella si
que la conozco. Y la admiro, y siento que llevo el término compromiso al
paroxismo, y estoy convencido que son esos gestos los que hacen que la vida que
vivimos merezca la pena en todos sus términos, con todos sus lances, con los
demonios y las tormentas, con sus lágrimas y sus risas, sus cielos encapotados,
sus duelos a vida o muerte.
Alguno
dirá que no elegimos de quien nos enamoramos, y puede que sea verdad, pero cada
uno elige como vive el amor, si que elegimos como manejar ese frágil equilibrio
entre los deseos de uno y los anhelos de otro. Y ella, hoy convertida en mi particular
referente en cuanto al compromiso se refiere, eligió acompañar a su chico por
un camino que de entrada apuntaba complicado, y lo hizo con alegría, tesón y
amor. Ella hizo que ese frágil equilibrio se convirtiera en un sólido
compromiso.
Y
por eso te digo compadre, que hoy se ha terminado ese tortuoso camino que has
recorrido durante cuatro años y contigo te habrás llevado cosas, muchas seguro,
pero ten por seguro que con ella has vivido al lado muchas más vidas que
cientos de parejas que quieren sin amar, que están sin acompañar, para quienes
el compromiso no va más allá del cumplimiento de un contrato social. Con ella
has grabado momentos que no hay enfermedad que los tumbe, que no hay tormenta
que los haga zozobrar, cada instante que habéis vivido ha sido vuestro, cada día
que habéis pasado juntos en casa, en el hospital, en las tardes de silencio e
incertidumbre, en los paseos esperanzadores al sol cuando la perra fortuna te
daba un respiro, cada uno de esos instantes ha sido una prueba de compromiso y
amor que no se mide con el tiempo, cada día era un destello, una explosión, una
vida entera acumulada en un gesto, que me hace estar convencido de que ella
estaba ahí porque quería, que no era ni un reto ni un sacrificio. Seguro que no está de acuerdo conmigo en tanto
mérito atribuido, porque ella estaba ahí porque te quería, porque tu le
aportabas lo que nadie más podía, porque queríais estar juntos compadre,
porque el amor no lo graban las firmas, ni las leyes y por supuesto no lo
compulsa la iglesia.
En
la salud y en la enfermedad, con un arrojo que ya querrían muchos valientes,
revolucionarios de postín que piensan que el cambio está en grandilocuencias. Y
entonces llegó ella, con su amor, compromiso y fidelidad por bandera y eligió estar a tu lado. Eso que te llevas, eso que nunca nada ni nadie os podrá
arrebatar. Esa es vuestra fortuna. Esa es vuestra Victoria. Descansa en paz compadre. Se que se te va a
echar mucho de menos.