Estimado presidente del gobierno,
Antes de nada desearle los buenos días, que espero los suyos sean buenos, porque francamente los míos pintan regular y los que vienen peor. Como primera cosa que quería comentarle, es a modo de justificación, una brevísima reseña sobre mi persona, de manera que pueda encuadra adecuadamente lo que le señalo a continuación: Soy un ¿joven? De 32 años. Heterosexual (ya era hora de que lo dijera en público). Empleado público (¡tachaaaaaán!) Tengo un hijo de 4 años, estoy divorciado, pago hipoteca de una casa en la que vive mi ex mujer, pago alquiler, pensión por alimentos, coche (el ex coche me fue expropiado en el divorcio), gasolina y comida (mala costumbre la mía ¡tres comidas al día me da por hacer!). Dentro de la polaridad política me considero de izquierdas (de izquierdas, no socialista), creo en un estado intervencionista y fuerte que plante cara a las grandes empresas y a la banca, y de paso creo en una banca pública. Desprecio el neoliberalismo económico y el capitalismo en general. Creo en el bienestar y en la redistribución de la riqueza. Soy agnóstico y así por terminar, a nivel de aficiones un poco el tema de la escritura, malabares a nivel usuario y poco más. Recalcitrante anti madridista, que se me olvidaba.
El caso es que no me sentí tan vilipendiado cuando anunció la bajada de sueldo a los funcionarios como los comentarios que he escuchado después al respecto. Y resulta que he decidido contarle mi vida, que para algo es usted el presidente y me resultaría cansino contársela uno por uno a los que se regocijan de la bajada de sueldo de los empleados públicos.
Hace más de diez años entré a trabajar en un Ayuntamiento, firmando un contrato de seis meses, después de hacer un examen al que nos presentamos 150 personas (para una plaza) y una posterior entrevista personal ante tribunal a la que accedimos 50. A ese contrato le siguieron otros nueve contratos más, ocho anuales y uno más de seis meses (la concejal de área se molestó conmigo y me recortó el contrato a la mitad) para finalmente ser interino. En este tiempo nunca he disfrutado de las ventajas de ser funcionario, ya que ellos tienen una nómina superior por igual categoría e igual trabajo. Hace tan solo dos años que empezaron a pagarnos la antigüedad.
Y fue entonces cuando yo empecé a conseguir llegar a final de mes sin el apoyo de mis padres. A mis treinta años, ocho después de independizarme. Porqué desde que me divorcié hasta ese momento dependía de la caridad cristiana (¡imagínese usted! Yo que soy agnóstico) de mis señores padres. No lo he dicho en ningún momento, pero mi sueldo es más que razonable (dicho esto sin perder de vista que siempre nos gustaría ganar más, y no le cuento lo que les gustaría ganar a tanto funcionario mileurista que hay). Y con todo y con eso no llegaba. Tampoco lo he dicho, pero tuve suerte de encontrar un piso muy barato en el que vivir alquilado.
Y claro, estos dos años me he recompuesto razonablemente bien, con mis problemillas, que le voy a contar a usted, que tienen un trabajo que es como ser presidente de la escalera pero a lo bestia, he rehecho mi vida, mi hijo ha crecido estupendamente, y aunque no estoy para grandes dispendios, consigo a duras penas llegar a final de mes.
Peeeero usted a tenido la genial idea de bajarnos el sueldo a esos que delante de las cámaras llaman funcionarios (supongo que por aquello de conseguir el beneplácito de la masa) pero que en sus documentos oficiales dicen empleados públicos. Empleados públicos que pueden ser funcionarios o precarios como yo (o mucho más precario), con una baraja de contratos que acredita que la administración no hace en casa lo que obliga fuera. Y solo me queda decirle una cosa.
Gracias a ello yo no volveré a llegar a final de mes. A partir de junio dependeré de nuevo de mi capacidad creativa para llegar a la cuarta semana, y supongo que de la caridad ajena para finalizar ésta. ¿Sabe usted lo que es no tener dinero? Me refiero a no tener ni un duro. Probablemente no, y yo ,apoyo externo mediante, tampoco. Pero es que llevo doce años trabajando, más de diez fuera de casa de mis padres, cuatro años procurando lo mejor a un hijo y ahora, a estas alturas, con un futuro laboral incierto (le recuerdo antes de acabar que no soy funcionario, soy interino, es decir, temporal) vuelvo a no llegar a final de mes.
Se lo digo a usted y a todos los que se han sentido dichosos al escuchar esta medida. Y eso que soy un privilegiado.
Atentamente,
Fdo: Un ciudadano que cree que otra izquierda es posible.
2 comentarios:
Siento tu situación. Es lamentable que, siendo, según dicen, la octava potencia mundial, sus gentes estemos, la mayoría, sin poder llegar a final de mes y con trabajos precarios.
Mis dos hijas están como tú: una en el paro desde hace dos meses, y la otra trabajando, en periodo de prueba, por todo el morro. Y después del periodo de prueba (prácticas, lo llaman), ya veremos, le han dicho...
Saludos cordiales.
La triste realidad, y digo yo? por que no se recortan ellos el sueldo?? ah claro!! será porque no llegan a final de mes..mecachis no habia pensado ...Que boba!!!
Me gusto lo de ser presidente de la escalera pero a lo bestia jaja.
A este si que le hacia yo rodar por la escalera pero a lo bestia.
(y eso que para nada soy agresiva).
Lo decia por lo de ya con la caida tener la excusa de arreglarle esa cara de Mr bean que tiene usted y quitarle esa sonrisa permanente mientras los españolitos de a pie lloramos para llegar a fin de mes.
Besos.
Mar
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