Mercadeando con nuestra salud. Eso hacen los líderes mundiales en Copenhague. Bueno algunos. Otros se resisten a esta especie de colonización verde, moderna, del siglo xxi. Los países denominados desarrollados se buscan la vida para poder seguir contaminando, para no poner freno a sus industrias y no tener que desembolsar mucha pasta en esto que los subversivos llaman energías limpias.
¿Y que quieren? Pues en consecuencia que los países llamados emergentes y aún peor, los países denominados en desarrollo, paguen el pato del calentamiento global. Como si no hubieran pagado suficiente.
Empezamos a destrozar el planeta cuando un tal Colón desembarcó en las Américas, entonces empezamos a esquilmar los recursos de aquellas tierras con la mano de obra esclava. Ese oro y demás capital derivado de aquella explotación, lejos de enriquecer a España sirvió para que Inglaterra, Francia y Holanda se industrializaran en el futuro empezando a emitir de manera salvaje dióxido de carbono a la atmósfera. Después fueron estos países, que visto que sus vecinos los españoles se habían cansado de trabajar para ellos, o sencillamente aquello no daba para mucho más, los que se dedicaron a colonizar y triturar el futuro de tierras africanas. Y ellos se hicieron ricos. A costa de vidas, muchas vidas, y a costa de la salud del planeta.
Tachán. Y hasta hoy. Ese término de países “subdesarrollados” (lo de “en vías de desarrollo” lo acuñamos para que nuestra pervertida conciencia no se desbordara) se lo hemos colgado nosotros, a base de explotación y mucho morro. Y cuando algunos se quitan la chapita de “subdesarrollados”, y se forjan ellos mismos la de “emergentes”, les decimos “no oiga no, deje de producir que me está estropeando la tierra, y si de paso me vende usted su cupo de CO2 porque no tiene pasta para industrializar su país pues me alegro, y usted seguirá siendo un mierda. Y me alegro también"Con dos cojones y sin ninguna vergüenza.
Entonces ahora los países que han explotado, esquilmado y contaminado quieren que no les pongan muchos límites a las emisiones de CO2, que si eso se los pongan a los que están intentando zafarse de la explotación y la “esquilmación”. Y eso lo dicen nada más bajarse de la limusina que les ha recogido en el jet privado. Y aquí en España los futbolistas de la selección que conducen coches que consumen quince litros a los cien me recomiendan en la tele coger el autobús. Si es que hay que tener una paciencia… Turula dixit.
¿Y que quieren? Pues en consecuencia que los países llamados emergentes y aún peor, los países denominados en desarrollo, paguen el pato del calentamiento global. Como si no hubieran pagado suficiente.
Empezamos a destrozar el planeta cuando un tal Colón desembarcó en las Américas, entonces empezamos a esquilmar los recursos de aquellas tierras con la mano de obra esclava. Ese oro y demás capital derivado de aquella explotación, lejos de enriquecer a España sirvió para que Inglaterra, Francia y Holanda se industrializaran en el futuro empezando a emitir de manera salvaje dióxido de carbono a la atmósfera. Después fueron estos países, que visto que sus vecinos los españoles se habían cansado de trabajar para ellos, o sencillamente aquello no daba para mucho más, los que se dedicaron a colonizar y triturar el futuro de tierras africanas. Y ellos se hicieron ricos. A costa de vidas, muchas vidas, y a costa de la salud del planeta.
Tachán. Y hasta hoy. Ese término de países “subdesarrollados” (lo de “en vías de desarrollo” lo acuñamos para que nuestra pervertida conciencia no se desbordara) se lo hemos colgado nosotros, a base de explotación y mucho morro. Y cuando algunos se quitan la chapita de “subdesarrollados”, y se forjan ellos mismos la de “emergentes”, les decimos “no oiga no, deje de producir que me está estropeando la tierra, y si de paso me vende usted su cupo de CO2 porque no tiene pasta para industrializar su país pues me alegro, y usted seguirá siendo un mierda. Y me alegro también"Con dos cojones y sin ninguna vergüenza.
Entonces ahora los países que han explotado, esquilmado y contaminado quieren que no les pongan muchos límites a las emisiones de CO2, que si eso se los pongan a los que están intentando zafarse de la explotación y la “esquilmación”. Y eso lo dicen nada más bajarse de la limusina que les ha recogido en el jet privado. Y aquí en España los futbolistas de la selección que conducen coches que consumen quince litros a los cien me recomiendan en la tele coger el autobús. Si es que hay que tener una paciencia… Turula dixit.
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