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19 mayo 2006

UN MARINO A LA MAR.

Ayer murió Hans Horrevoets. La mayoría de vosotros arqueareis la ceja como haría yo mientras pensáis quien puede ser el fallecido. Hans era el trimmer holandés del barco ABN AMRO 2 que participa en la Volvo Ocean Race. Están en estos momentos atravesando el Océano Atlántico, en lo que comienza a ser el final de una de las pruebas náuticas más duras, sino la que más, que existen hoy en día. Con un viento de treinta nudos azotando el barco holandés una ola se llevó por delante a este marino de 32 años (fue rescatado por sus compañeros que nada pudieron hacer por él).

Me gustan los barcos y me encanta el mar. Todos los años, al igual que hago con el esquí, hago mi visita de turno a la costa. Desde pequeño he recibido cursillos de vela, mi abuelo y varios de mis tíos tenían o tienen barcos lo que ha hecho que haya tenido siempre contacto con el mundo del mar. En noviembre del año pasado tuve la suerte de poder contemplar los siete barcos que hoy surcan tristes el océano atlántico dejando tras de si la estela de la desolación. Estuve en la salida de la primera prueba puntuable de esta espléndida competición en la que se mezcla la técnica con la fuerza y como no, con grandes dosis de supervivencia. Hoy por hoy se habla poco de la vela en este país, si acaso alguna noticia breve, siempre que el Movistar, barco español en competición, realice alguna etapa afortunada. La Volvo no tiene nada que ver con la Copa América de la que si se habla más estos días. La Volvo es aventura, es valentía, es vivir en un hueco diminuto durante meses sin poder lavarte más que en las llegadas a puerto de cada una de las etapas, es comer alimentos liofilizados, dormir en camastros, es surcar los rincones más recónditos del planeta sabiendo que puedes chocar contra una ballena o irte a pique cruzando el Cabo de Hornos (el Movistar a puntito estuvo de hundirse), es saber que si te vas por la borda y palmas como le ha pasado a Hans, tu cuerpo inerte permanecerá en el barco porque ningún helicóptero tiene autonomía suficiente para ir a recogerlo. No solo no se puede ir a buscar el cuerpo, sino que además en caso de que acercándose a la costa recibieran la visita de embarcación alguna de la organización para hacerse cargo de Hans, quedarían automáticamente descalificados de esta etapa por haber recibido ayuda externa. Si alguien dudaba de la dureza de esta competición, que no lo haga. No es sitio para señoritos, es lugar de marinos, los que saben que si llega la ola y les manda al fondo del mar, mala suerte colega, pero yo estoy aquí, yo soy marino, soy deportista y aventurero.

Todos saben a lo que se exponen y todos deciden lanzarse a esta locura marina. Lo hacen porque lo gozan, porque surcar el mar por donde solo lo hacen los peces, sentir la espuma dejando la estela tras de ti, ver la mayor inflada con brío y un equipo moviéndose al unísono con precisión matemática por cubierta, es su recompensa, y a veces, como ha sido el caso de Hans además de su recompensa, es su condena.

Descansa en Paz.

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