Ya
que la anterior entrada iba de mi querida patria norteamericana, voy a seguir
por ahí aunque sea de refilón para hilarlo con el tema de las bicis y las
drogas. Hablaba ayer con mi hermano sobre el tema de la curiosa moral yanqui a
cuento del dopado-mentiroso-tramposo ciclista Amstrong. Un presidente de los
EEUU se puede cepillar a su becaria (me da igual cepillarse él a ella que ella
a él que una chupadita que un mete saca…) y aquí no pasa nada, montan un chou estupendo en
plan telenovela, la mujer le perdona y si algo ha hecho mal no ha sido no
meterla donde no debía, no. Lo que hizo mal este ex presidente de los Estados Unidos
de América fue mentir después cuando dijo que no lo había hecho.
Y
en esas estamos. Allí se puede hacer casi todo, debe formar parte de lo que
ellos llaman “american way of life” o “el sueño americano”, que se tolera casi
todo menos la mentira. Tú descerrajas un tiro en el pecho a tu vecino y oye,
que no hubiera pisado tu parcela sin avisar. Pero que le dices a ese mismo
vecino que no tienes sal cuando tienes un tarro entero y uy uy uy madre mía, pido una oración por tu alma.
Más
o menos es lo que ha pasado con Amstrong. Se ha dopado (no lo digo yo, lo dice la UDASA y la UCI ) privando así a los
aficionados al ciclismo durante siete años seguidos del legítimo derecho a ver
un deporte limpio, de disfrutar de una carrera honrada, ha falseado resultados
obteniendo pingües beneficios personales. Vamos que se ha portado como un cacho
de cabrón, pero lo que ha hecho y está muy mal, ha sido decir a todos sus patrios
conciudadanos y al resto del mundo que todo era falso, que pío pío que yo no he sido. Y si. Si lo había hecho. Y como en la hermandad de los de las dos ruedas
debe estar pringado hasta el cámara que retransmite las carreras, no abre el
gaznate ni dios. A ver a quien le cae el próximo marrón, que deben tener todos
la sangre más trajinada que un hemofílico.
Total
que me da la risa. Yo es que soy muy de mantener la palabra. Soy un poco
medieval en ese sentido (y si me pongo a rebuscar en algún otro también), y
como no puedo ofrecer gran cosa en lo material sigo pensando que lo que más
valor tiene en las personas es la palabra. Si mientes no vales la pena, ni
tienes honra ni honor. Ya lo dijo mi tío, más vale honra sin barcos que barcos
sin honra. Pero es que aquí en este nuestro terruño el que no miente es que no
sabe. Yo creo que especialmente los que se dedican a la cosa pública tienen un
gen que les condiciona.
Si
partimos de la base de que el jefe del ejecutivo, el señor Rajoy, no miente más
porque el día no tiene más horas, de ahí para abajo a ver como les exigimos
honradez. Así que a mi me molaría mucho mandar a esta tropa de falaces
incombustibles allí a los Estados Unidos y provocarles un poco para que pisen
la parcela del vecino sin avisar.
Salud
y República. Y Honor.
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