Siempre
me han gustado los trileros. Por alguna razón siento una especial empatía por
esos caraduras que con más maestría que vergüenza se ganan la vida engañando a
los viandantes. Un poco como el chorizo de antes, el que te robaba pero era un
caballero con moral y ciertas normas y límites. Pero lo de mira la bolita,
donde está la bolita, mire seños no pierda de vista la bolita pin pan pun,
vamos caballero apueste por la bolita… eso me parece muy grande. Y los ganchos pululando
alrededor, haciéndose pasar por aventajados jugadores que se llevan una pasta a
ojos del mirlo blanco que pasa por allí. Hace tiempo que en las calles de
Madrid no se les ve, los últimos los vi faenar en las recónditas calles de París,
bajando del Sacré Coeur, con sus cajas de cartón, un ojo puesto en el tapete y
otro vigilando por si llegaba la policía. Ellos te engañan, si, pero se lo
trabajan lo suyo.
Lo
malo de los que aquí se empeñan en parecer trileros, es que son imitaciones
cutres de los que acuñaron este oficio (si señor, lo llamo oficio). Porque no
hacen ningún empeño en disimular el timo, aunque tienen un rasgo en común con
los de toda la vida. Saben elegir a sus víctimas. Hablo, como no podía ser de
otra forma de Rajoy y Compañía. Rajoy maneja los vasitos, con poca fortuna por
otro lado, y los ganchos le van diciendo a quien estafar. En el caso de nuestro
país no se hace en las calles, al menos nuestros vecinos trileros franceses dan
la cara y se la juegan con cada partida. Aquí no, aquí te engañan, te mienten
sin la posibilidad de que enganches por la pechera al susodicho y le digas
cuatro cositas, porque aquí, en estos despojos que quedan de España en los que
el honor, el valor y la palabra han quedado reducidos a cenizas que no alcanzan
ni la condición de intenciones, los contaos de trileros tienen a su vez guardia
pretoriana. Y cuando te das cuanta que te la han envainado, encima te pegan la
hostia si se te ocurre protestar.
En
fin, que ya ando de vuelta por aquí, con la tranquilidad mediática que me he
impuesto estas tres semanas me siento un poco oxidado, y hoy he desayunado con
la noticia de los hermanos de Córdoba y se me ha puesto tan mal cuerpo que no
he querido saber más.
Material
vamos a tener y mucho me temo. Los empleados públicos con el gaznate en el
garrote vil, los pensionistas aflojando la pasta para pagarse la medicación,
las familias sin becas de comedor ni de libros, la subida del IVA, el gasto en
transporte público, los migrantes con pocas opciones en este país que les
explotó lo que quiso a finales del siglo pasado y principios del presente, y
los desempleados temblando ante la posibilidad de que en seis meses tengan que
recurrir a otras prácticas para alimentar a sus familias.
¿Dónde
está la bolita?
1 comentario:
turula en primer lugar celebro tu vuelta a estos lares, que lastima de final de post, por que se refleja la realidad de la maldita bolita, este gobierno tiene muchas bolitas...haciendo alusion a simil bola=mentira, en fin veremos como acaba el cuento que para ser real va en convertirse en pesadilla.
saludos desde ms mundos
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