Joder con las vacaciones. Vuelvo por aquí y no se si
abandonar o seguir escribiendo, más que nada porqué no se si este teclado aguanta
las embestidas de mis dedos. Que no escriba n o quiere decir que no piense,
aunque a veces creo que la teoría es más bien la contraria, que aunque escriba
tampoco es que le de mucho al coco. En fin, que estos días he pensado mucho en
lo de las preferentes de los güevos. Y me cuesta creer como un timo de este
calibre, con culpables claros y trama definida, se queda impune. Aquí la cagan
los de Gescartera y se lía, la pifian los de los sellos y lo flipas, no digamos
si es una cooperativa de viviendas, y si es de algún sindicato mejor que mejor.
Pero la Banca -
así con mayúsculas- organiza una de los
mayores timos explícitos de la historia de este país y aquí no ha pasado nada.
Y por nada no me refiero a que no se esté moviendo, que se
está, y espero que siga hasta que metan en el trullo hasta el último empleado
hijoputa de banca (por supuesto después de consejeros, presidentes, directores
de oficina…) que timó a sus clientes. Pero es que el gobierno se la trae al
pairo. Es tanta la fuerza de los bancos que el señor Rajoy no les tose por si
acaso. Seguramente su padre no compró preferentes.
Este tema es grave y mucho, no solo por el timo en si,
sino por la quiebra de la confianza que muchos ciudadanos, inexplicablemente,
tenían en sus banqueros, entendidos estos como los empleados de muchos bancos y
cajas que son uno más en el círculo de referencia del ciudadano. Sobretodo si
hablamos de personas mayores y entornos pequeños. Resulta que el empleado en cuestión,
azuzado por los directores de las oficinas y quien sabe si motivado por algún
que otro plus al final de año, llamó a determinados clientes para meterles el
pufo. Y vaya que si lo metieron.
Si tú vendes un producto financiero que ya por definición
es, para que nos entendamos los que no estamos metidos en el mundillo, una
cacho de mierda, a un plazo absolutamente peregrino por una cuestión de
longevidad del cliente, y haces que dicho cliente estampe su despreocupada firma
en una condena a muerte de sus ahorros, tu querido empleado de banca, querido
director de sucursal, querido vocal de la junta de administración y querido
presidente del banco eres un grandísimo hijo de la gran puta. Y si ofreces al
cliente un producto para que la caja o el banco salve el tipo a sabiendas de
que perderán todos sus ahorros también. Espero – aún sabiendo que los poderosos
os harán inmunes a la ley y compartirán los beneficios de tan inmisericorde
acción- que os pudráis en la cárcel, espero que hordas de ciudadanos cabreados
os acosen sin cesar hasta el fin de vuestros días, espero que no descanséis jamás.
Y para los que se apiaden de los pobres empleados que
tuvieron que participar en semejante acción terrorista obligados por sus jefes,
les digo que el miedo insuperable al despido pudiera ser un atenuante, pero en
ningún caso exime de responsabilidad. Los que accionaban las palancas de las cámaras
de gas en la Alemania
nazi también seguían órdenes. Antes el despido que convertirse en un
delincuente.
Ya he vuelto. ¡Salud!
1 comentario:
esto esta que arde, lo de las preferentes o lo de la financiacion a la banca sigue siendo un tema que alguien debe parar y por desgracia este gobierno nada va hacer
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