Cuando uno es gilipollas y no puede evitarlo, las opciones que tiene son; Uno: Que intente hablar lo menos posible. Y dos: Que intente no molestar al resto.
Dicho esto aclaro. La semana pasada estando disfrutando de la noche madrileña un jueves -que invento eso de salir los jueves- se coló en nuestras historias un tío, como diría yo, tonto de los cojones, o por hacer referencia la primera frase, gilipollas. Pero gilipollas de juzgado de guardia, de venga tú chaval enciérrate en casa y sal solo para lo imprescindible. El caso es que sin que nadie le preguntara nos contó que era personal shopper, ahí es nada, y dicho esto se dedicó a ofrecernos su valiosa asesoría para mejorar en aquello del vestir.
Debo decir que a mi directamente me obvió por imposible, con una ligera caída de ojos, la manita en plan esfinge egipcia y un plumajo que hasta me dio por estornudar. Pero me resultó gracioso. Una suerte de Pozi en marica y lerdo. Llevaba un peinado de esos pijos de ossssea, y que como muy bien sentenció mi querido amigo A. “nunca te fíes de un tipo con peinado envolvente”. Que si cobraba 300 € por hora, que si entre sus clientes estaba la Tamara Falcó (me encanta esa chica, algún día le dedico una entrada) y que si yo no tenía ni puta idea de moda.
Como me resultaba tontunamente gracioso y no me apetecía iniciar una batalla dialéctica con él, no por nada, es que me lo hubiera merendado en cerocoma y hubiéramos perdido el entretenimiento, le dejamos hacer. Reconozco que cuando le dije que sus dotes sobre moda serían extensas pero su capacidad poética nulas y me espetó un “mira bonito yo soy pasiva desde los dieciséis…”, me trastocó un poco mi ubicación en cuanto al diagrama de la discusión se refería y volví a dejarle hacer. El encantador camarero nos miraba con un gesto a modo de disculpa, mientras el tontoelculo pesado le colocaba el pelo a mi chica la cual aguantaba estoica para no cruzarle la cara al marica desbocado.
Y pensé que es por culpa de gilipollas como ese por lo que la gente critica luego a los gays, homosexuales o maricas (cada cual que elija su nomenklatura), y les tilda de excéntricos y locas, y al fin y al cabo lo que teníamos delante era un imbécil sin educación y obviamente sin ninguna clase dando el coñazo. Nada tiene que ver con quien se meta en la piltra.
Dicho esto aclaro. La semana pasada estando disfrutando de la noche madrileña un jueves -que invento eso de salir los jueves- se coló en nuestras historias un tío, como diría yo, tonto de los cojones, o por hacer referencia la primera frase, gilipollas. Pero gilipollas de juzgado de guardia, de venga tú chaval enciérrate en casa y sal solo para lo imprescindible. El caso es que sin que nadie le preguntara nos contó que era personal shopper, ahí es nada, y dicho esto se dedicó a ofrecernos su valiosa asesoría para mejorar en aquello del vestir.
Debo decir que a mi directamente me obvió por imposible, con una ligera caída de ojos, la manita en plan esfinge egipcia y un plumajo que hasta me dio por estornudar. Pero me resultó gracioso. Una suerte de Pozi en marica y lerdo. Llevaba un peinado de esos pijos de ossssea, y que como muy bien sentenció mi querido amigo A. “nunca te fíes de un tipo con peinado envolvente”. Que si cobraba 300 € por hora, que si entre sus clientes estaba la Tamara Falcó (me encanta esa chica, algún día le dedico una entrada) y que si yo no tenía ni puta idea de moda.
Como me resultaba tontunamente gracioso y no me apetecía iniciar una batalla dialéctica con él, no por nada, es que me lo hubiera merendado en cerocoma y hubiéramos perdido el entretenimiento, le dejamos hacer. Reconozco que cuando le dije que sus dotes sobre moda serían extensas pero su capacidad poética nulas y me espetó un “mira bonito yo soy pasiva desde los dieciséis…”, me trastocó un poco mi ubicación en cuanto al diagrama de la discusión se refería y volví a dejarle hacer. El encantador camarero nos miraba con un gesto a modo de disculpa, mientras el tontoelculo pesado le colocaba el pelo a mi chica la cual aguantaba estoica para no cruzarle la cara al marica desbocado.
Y pensé que es por culpa de gilipollas como ese por lo que la gente critica luego a los gays, homosexuales o maricas (cada cual que elija su nomenklatura), y les tilda de excéntricos y locas, y al fin y al cabo lo que teníamos delante era un imbécil sin educación y obviamente sin ninguna clase dando el coñazo. Nada tiene que ver con quien se meta en la piltra.
Pues mira maja pasiva, me quedo antes con el borracho de bar de toda la vida, que aunque no lleve esa infame camisa cara (con el cuello subido por cierto, horroroso), lo que si tiene es mucha más clase y saber estar que tu. Tonta de los cojones.
2 comentarios:
jijijijiji. Turula si asesora a la Falco osea...tonto integral seguro. pienso como tuesta gente es la qcrea más homofobia por tonteria qpor falta de respeto a el tipo de condicion sexual de cada uno, no en vano cada cual decide con quien o quienes comparte cama, pero la eleccion de gilipollas no se elige en muchos casos jijijiji
Un fuerte abrazo desde mis mundos
Llevais toda la razón. Yo trabajo en el mundillo de la moda y no es necesario ir de maricona galáctica para trabajar en esto.
Hay de todo como en botica y a mi si me da verguenza esta gente que va de ...( de no se que) y en el fondo no tienen ni idea ni de moda, ni de personal choped, ni de ná.
No me extraña que la gente nos etiquete a todos por culpa de unos.
Un saludo majetes.
PD. Que cada uno se vista como pueda y quiera. La moda la hace la gente de la calle...
Publicar un comentario