PADRE CRIOGENIZADO POR ESTANCIA PROLONGADA EN PARQUE INFANTIL BUSCA MICROONDAS CON FUNCIÓN DE DESCONGELACIÓN PARA RECUPERAR CONSTANTES VITALES.
Que los parques infantiles son una fuente inagotable de inspiración ya no es un secreto. No es la primera vez que escribo sobre esto y lamentablemente no será la última.
Pongo en situación. Un frío de los de meter la cola para dentro, un niño que quiere parque, un padre que querría estar muerto. ¿Qué coño de gen asociado al termostato tienen los infantes que aún teniendo frío (seguro que lo tienen aunque no lo reconozcan) disfrutan de la vida y de sus mejillas sonrosadas? Vamos a ver. Si las manos me duelen a mí a ellos también. Si esto lo unimos a que mi querido vástago tiene una amigüita que le dio por estar gritando cual juligan durante treinta y seis minutos de reloj con sus fans (entre los que se encontraba mi feliz descendencia) aclamándola cual líder natural, mi voto a favor de la muerte asistida (la mía claro) estaba servido.
- Mi niño ¿tienes mocos?- le pregunto.
- No papá. Es agua.
¿Ein? En medio del debate neuronal sobre si mi hijo piensa que soy gilipollas o si tengo la fortuna de tener el primer hijo-regadera del planeta le limpio los mocos.
Carreras por doquier. Fiuuu, fiuuuuu…apenas vislumbro a mi hijo, que corre gritando de un lado para otro con el gorro cada vez más cerca de desprenderse de su cabeza y la oreja doblada, una mujer fumando en el banco del parque infantil (se te acabó el chollo en enero, ya que el sentido común está claro que no lo has debido de tener nunca…), una niña a punto de matarse en el columpio, mi cabeza moviéndose violentamente de un lado a otro para esquivar el impacto de un puto balón que parecía la munición de un tarado, y por último el mejor, el high level del parque el día de ayer…. El niño con pinta de friki que perseguía a otro y de vez en cuando espetaba un “G-I-P-O-L-L-A-A-A-A-A-S” mientras se dejaba caer al suelo en una muestra de cabreo soberano.
En fin, que cuando los pies me dolían tanto que temí no poder conducir, le dije a mi querido retoño que pacasa. Y llegados a nuestro, ayer más que nunca, dulce y caliente hogar, pusimos el árbol de navidad, lo cual aumentó significativamente mi apego hacia estos actos de costumbrismo navideño.
No hay mal que por bien no venga.
Salud y República…venga va, y feliz navidad.
Que los parques infantiles son una fuente inagotable de inspiración ya no es un secreto. No es la primera vez que escribo sobre esto y lamentablemente no será la última.
Pongo en situación. Un frío de los de meter la cola para dentro, un niño que quiere parque, un padre que querría estar muerto. ¿Qué coño de gen asociado al termostato tienen los infantes que aún teniendo frío (seguro que lo tienen aunque no lo reconozcan) disfrutan de la vida y de sus mejillas sonrosadas? Vamos a ver. Si las manos me duelen a mí a ellos también. Si esto lo unimos a que mi querido vástago tiene una amigüita que le dio por estar gritando cual juligan durante treinta y seis minutos de reloj con sus fans (entre los que se encontraba mi feliz descendencia) aclamándola cual líder natural, mi voto a favor de la muerte asistida (la mía claro) estaba servido.
- Mi niño ¿tienes mocos?- le pregunto.
- No papá. Es agua.
¿Ein? En medio del debate neuronal sobre si mi hijo piensa que soy gilipollas o si tengo la fortuna de tener el primer hijo-regadera del planeta le limpio los mocos.
Carreras por doquier. Fiuuu, fiuuuuu…apenas vislumbro a mi hijo, que corre gritando de un lado para otro con el gorro cada vez más cerca de desprenderse de su cabeza y la oreja doblada, una mujer fumando en el banco del parque infantil (se te acabó el chollo en enero, ya que el sentido común está claro que no lo has debido de tener nunca…), una niña a punto de matarse en el columpio, mi cabeza moviéndose violentamente de un lado a otro para esquivar el impacto de un puto balón que parecía la munición de un tarado, y por último el mejor, el high level del parque el día de ayer…. El niño con pinta de friki que perseguía a otro y de vez en cuando espetaba un “G-I-P-O-L-L-A-A-A-A-A-S” mientras se dejaba caer al suelo en una muestra de cabreo soberano.
En fin, que cuando los pies me dolían tanto que temí no poder conducir, le dije a mi querido retoño que pacasa. Y llegados a nuestro, ayer más que nunca, dulce y caliente hogar, pusimos el árbol de navidad, lo cual aumentó significativamente mi apego hacia estos actos de costumbrismo navideño.
No hay mal que por bien no venga.
Salud y República…venga va, y feliz navidad.
5 comentarios:
Me parto X-D
Ayer tarde también me tocó sesión de crioparque con las niñas ("crio" de frío, no de crío).
En mi caso el parque parecía Pripyat tras lo de Chernobil, porque no había un alma (bueno, concretamente TRES almas)
de lo que me libro, yo estoy bioencerrado en burbuja vacacional esta semana que falta me hacía.
que lindos los niños, como los queréis.
Un brazo
Me ha gustado el término "crioparque" (supongo que viene de la combinación "criogenizado" + "parque"... jeje).
Un abrazo, gracias por pasarte por las Ultracerdas!
Por cierto, el modelito de la primera foto es totalmente Gaguista.
xDDDD
Turula me encantan estos relatos, la verdad que tus momentos como padre no tienen precio, y viendo la joyita en casa que tienes, cada vez quedo más sorprendido con tu niño, madre mia que capacidad de razocinio, lo de el agua en los orificios nasaales es un puntazo jijijiji, no creo que te aburras con el.
Por cierto salud y ojala republika, en fin un fuerte abrazo desde mis mundos.
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