Creo que viajo a ninguna parte. Toda la vida intentando fijar un rumbo difuso con la esperanza de que el fin diera sentido al camino, y acabo de comprender que no quiero saber donde arribaré. No quiero fijarme más metas que la importante tarea de ser feliz día a día. No quiero ni fortunas ni reinas, ni palacios ni halagos, no quiero postín ni cava. Quiero a los míos, hoy, sentado al calor de unas voces, cariño, risas, buena conversación y una cerveza fría. Me da igual a donde mire mi proa, mientras no me azote un temporal, mientras los míos se encuentren bien, mientras mi niño esté sano y feliz. Que más da hacia donde vayamos o de donde vengamos, si yo escribo esto aquí ahora en este instante único que nadie jamás podrá arrebatarme y que nunca se volverá a repetir. Y solo yo puedo gozar de él, y hacer que otros también lo gocen, compartiendo momentos, compartiendo presentes, dándolo hoy, porque lo próximo que va a pasar es ahora.
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