Pues
al final estoy alargando las vacaciones. El caso es que hace un par de meses
decidí relajarme un poco porque tenía la sensación de vivir en continuo
conflicto y con muchos frentes abiertos. Y decidí que iba a intentar vivir con
mayor sosiego.
Dentro
de ese sosiego está la necesidad de distanciarme un poco de la realidad político
social que nos rodea, y aunque no lo hago del todo, me di cuenta que una de las
cosas que me iba a venir bien era no azuzarme a mis mismo con el blog. Me han
planteado el cambio de temática, que escriba sobre otras cosas, y lo hago. Pero
no aquí. Este blog es lo que es y de momento no lo voy a descafeinar, para bien
o para mal, pero mi alter ego se nutre de lo que se nutre. Mucha política y
alguna anécdota curiosa, incluso graciosa. Pero es opinión e intento de
irradiar el espíritu de lucha a través de las redes sociales.
Y
es posible que vuelva. Porque la provocación es máxima, de hecho si me he
acordado de escribir esta reseña que tenía pendiente de hace mucho es gracias a
la delegada del gobierno de Madrid y las gilipolleces que braman por su
gaznate. Y me da el tembleque en la frente y me arden los dedos. Pero no. Ahora
no.
He
conseguido relajarme en ese aspecto y en otro que está muy relacionado que es
el laboral. Y me la pela casi todo, y así quiero que siga siendo. Al menos una
temporada, porque de verdad que un día sentí que el corazón me iba a decir
basta, y no hay nada en este miserable mundo, nada, a excepción de mi hijo, que
merezca que se me vaya la vida en estrés, ira y demás ponzoña.
Así
que si es que alguien alguna vez me siguió con interés, o al menos con cierta
curiosidad, os mando un hasta luego, y aunque sigo por las redes no daré más
referencias ya que siempre he sido celoso de mi anonimato, pero seguir dándole
a la tecla sigo. Creo que nunca podré dejarlo.
Como
no podía ser de otra manera, ¡Salud y República!