Que
no tiene nada que ver el hecho de que la señora ministra esté moralmente
implicada en el caso Gürtel hasta las trancas. Que no se trata de tragar la
rueda de molino esa que intentó colarle al juez de que no era conocedora de que
alguno de estos mafiosos corruptos le hubiera puesto un coche a su nombre. No consiste en ver si el señor Rajoy alcanza
la cúspide de la inmoralidad por sus supuestos cobros como registrador de la
propiedad de Santa Pola, tampoco tiene relación con el deplorable hecho de no
renunciar temporalmente a su plaza en dicho registro viviendo de la política
desde el pleistoceno.
No.
Esta cuestión es de justicia, de derechos humanos, de dignidad. Quedan dos días
para que entre en vigor el apartheid sanitario del Partido Popular. A partir
del sábado, salvo en contadísimos casos, las personas migrantes dejarán de
recibir asistencia sanitaria gratuita en nuestro querido estado español. Ese al
que tildamos de joven democracia, de estado de derecho bla bla bla.
Me
solivianta sobremanera el tema porqué es un atentado por el cual me gustaría se
juzgara en algún momento a sus responsables (sobretodo a la doña del coche en
el garaje, que ya que se ha escapado de la trama de corrupción que pringue por delitos
de lesa humanidad), y porque me gustaría ceñirme al hecho de que lo que nos
hace mejores que otros, lo que distingue a un estado, lo que le da la puta
calificación de triple A+, lo que hace que pueda mirar al frente con orgullo y
sentirme ligado a una tierra, es un estado que garantice la igualdad y la
justicia social, es un estado que no mira la procedencia, ni el sexo, ni la
religión, no mira la filiación política y sí mira la cartera, y la mira para
garantizar que todos llegamos a meta, que todos recorremos juntos el camino de
la vida comunitaria, que no se trata de empujar a los que lo necesitan por ley,
espero que algún día sea por sentido común.
Y
me gustaría ceñirme a ese argumento y no sacar a relucir la hipocresía del
españolito(a) de a pie, que cuando necesitó una chacha que limpiara el culo a
su madre le pareció buena idea coger a una mujer peruana (con o sin permiso de
trabajo, para eso no hacíamos distinción), porque resulta que si había algo de
mierda en ese trabajo no era lo que defecaba la anciana, era el sueldo que
ofrecía su hijo. Ahora igual su madre ha muerto, o está en una residencia, o
sencillamente no necesita a nuestra amiga peruana, y la dejamos en la calle, y
de paso que se muera de un catarro. No quería hablar del superávit generado por
las personas migrantes en los años de supuesta bonanza, unos cinco mil millones
de euros (el 50 % del total más o menos) para la saca pública, ni de la escasa
utilización de los servicios públicos por parte de éstos últimos en relación a los españoles (quien esté
interesado que se lea el estudio de Obra Social La Caixa “Inmigración y Estado
de Bienestar en España” Colección de Estudios sociales nº 31).
Como
es una cuestión de dignidad y justicia social y universal, y sabiendo que es
mucho el personal sanitario el que ha hecho pública su objeción, aliento y
apoyo desde aquí la objeción de conciencia. Les pido que atiendan a todas las
personas que acudan a la consulta porqué así seguiremos cambiando desde abajo
lo que nos imponen los que se creen arriba. Camino a la revolución.
Salud
Y República.