Pasado mañana es el día de los enamorados. Si. El Día de los Enamorados. No voy a hacer un discurso contra el 14 de febrero, que si la industria capitalista, que si el consumismo, que si bla bla bla. No. En realidad quiero decir que hoy también debe ser el día de los enamorados, y mañana, y el 15, y cada día. Porque el amor, como un árbol, se cuida cada día. ¿Os imagináis regar un árbol solo el día de los bosques? Huelga decir lo que ocurriría… Pues eso mismo pasa con el amor. Hay que amar todos los días, hay que amar con hechos y con palabras, nunca dando por sentado las cosas.
Decidlo. Decid a la persona que amáis, que lo hacéis porque es única, que es ella o él porque el paso del tiempo ya no lo es sino es de su mano. Decídselo por la mañana, por la tarde, por la noche. Decídselo cuando estéis contentos, cuando estéis tristes. Vuestras palabras y vuestros gestos son el agua que riega ese árbol que llamamos amor. Amad como si fuera el primer día, o como si fuera el último, no dejéis pasar una oportunidad de decir te quiero, en cada encuentro, en cada despedida, porque cuando no lo hacéis es una gota derramada que cae en el olvido. Y cuando acechen sombras y tormentas amad más que nunca, si hay que retroceder se retrocede, si hay que pedir perdón se pide, porque el orgullo más allá de su justa medida envenena los sentimientos, ataca la raíz, merma el riego de la persona amada.
Por eso os felicito a aquellos que amáis, os felicito hoy y mañana, os felicito todos los días que gocéis al lado de la persona amada, porque eso es el motor de nuestras vidas y por ello hay que cultivarlo cada día, amando. Solo amando. Siempre.
Por eso os felicito a aquellos que amáis, os felicito hoy y mañana, os felicito todos los días que gocéis al lado de la persona amada, porque eso es el motor de nuestras vidas y por ello hay que cultivarlo cada día, amando. Solo amando. Siempre.